"No se crea por esto, que hago yo el elogio de la soberanía absoluta.
Si la creo muy adecuada a regir un estado en que la clase más numerosa y humilde domina, ya he dicho y repito en mi entender, para el bien general, conviene que esté depositado el poder en la clase media.
De estas clases tomadas en general no pueden esperarse los pensamientos altos, los afectos nobles, que mezclados con vicios enormes tenía la nobleza antigua.
Ni tampoco hay en las mismas clases los ímpetus generosos que, a la par con intentos feroces y otras faltas hijas de su ignorancia y abatida condición, tiene la plebe.
La monarquía de las clases medias, es calculadora, algo tímida, yéndose en todo con prudencia, hasta con cautela, prefiriendo a la guerra la paz, cuidadosa del acrecentamiento de la riqueza, observadora del estado de los fondos públicos.
Esto es lo que hoy lleva el nombre de intereses materiales, y de ellos, cuida especialmente el gobierno de las clases medias".
"Lecciones de Derecho Político". Antonio Alcalá-Galiano.
"En todas las ciudades hay tres elementos propios de la ciudad: los muy ricos, los muy pobres y, en tercer lugar, los intermedios entre unos y otros.
Así pues, puesto que se reconoce que lo moderado y lo intermedio es lo mejor, es evidente que también la posesión moderada de los bienes de la fortuna es la mejor de todas, pues es la que más fácil obedece a la razón.
En cambio, lo superbello, lo superfuerte, lo supernoble, lo superrico, o lo contrario a esto, lo muy pobre, lo muy débil y lo muy despreciable, difícilmente sigue a la razón, pues aquéllos se vuelven soberbios y más bien grandes malvados, y éstos malhechores y sobre todo pequeños delincuentes, y de los delitos unos se cometen por soberbia y otros por maldad.
Además las clases medias son las que menos rehuyen los cargos y menos los ambicionan, actitudes ambas perjudiciales para las ciudades.
Por otra parte, los que tienen en exceso bienes de fortuna, fuerza, riqueza, amigos y otros semejantes ni quieren ni saben obedecer (y esto les ocurre ya en el seno de la familia, siendo niños; a causa del lujo ni siquiera en la escuela tienen la costumbre de obedecer); en cambio los que tienen una necesidad excesiva de estas cosas son demasiado serviles.
De modo que los unos no saben mandar, sino obedecer a una autoridad propia de esclavos, y los otros no saben obedecer a ninguna autoridad, sino ejercer el mando con una autoridad despótica.
Por consiguiente, se forma una ciudad de esclavos y amos, y no de hombres libres, donde unos envidian y otros desprecian, lo cual dista muchísimo de la amistad y de la comunidad política, pues la comunidad implica amistad y los hombres no quieren compartir con los enemigos ni siquiera el camino.
La ciudad debe estar construida lo más posible de elementos iguales y semejantes, y esto se da sobre todo en la clase media, de modo que una ciudad así es necesariamente la mejor gobernada, formada de los elementos que decimos que es la composición natural de la ciudad.
Y en las ciudades estos ciudadanos especialmente son los que perduran, pues ni ellos codician, como los pobres, los bienes ajenos, ni otros codician lo suyo, como los pobres los de los ricos, y como no son objeto de conspiración, ni conspiran, pasan su vida libre de peligros.
Es evidente, por tanto, que la comunidad política mejor es la constituida por la clase media".
"Política". Aristóteles.
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