jueves, 23 de noviembre de 2017

El Real de Manzanares; un imperio en el norte de Madrid


Manzanares el Real, centro histórico de la región histórica del Real de Manzanares, gozó de gran importancia y preeminencia en la provincia de Madrid desde épocas medievales.

Si bien los restos arqueológicos del municipio se remontan a época prehistórica, celtibérica, romana y visigoda en los diferentes yacimientos que se han encontrado en diversos lugares de La Pedriza, y de la zona del Castillo Nuevo y Viejo, es en el periodo de la reconquista cristiana medieval cuando se produce el origen del pueblo de Manzanares el Real.

Toda la zona central de la península, desde Madrid a Toledo, es ocupada por los cristianos del norte peninsular a partir del siglo XI. Así, con la desaparición de los árabes en esta zona, se produce un despoblamiento que los reyes cristianos se ven forzados a llenar iniciándose un periodo de repoblación de toda la provincia madrileña, especialmente de la sierra norte.

En el siglo XIII la sierra de Madrid se vio poblada por numerosos pastores segovianos, que inician los primeros asentamientos estables y permanentes en  Manzanares  que, a partir de 1248 es repoblada por los segovianos en ausencia de los madrileños, que están luchando en la reconquista del sur peninsular. 

Este fenómeno desencadenará, entre mediados del siglo XIII hasta finales del siglo XV un proceso de enfrentamientos y luchas entre Segovia y Madrid por los pastos y la propiedad de la zona de Manzanares, con frecuentes y luchas y cambios de titularidad de la zona entre unos y otros según el gusto y el parecer de cada uno  de los reyes que había en la época.



En esa época, la fértil vega del río Manzanares, donde hoy en día se ubica el Embalse de Santillana, era ambicionado por pastores y ganaderos de toda índole proveniente de ambas ciudades, y todos los repobladores de la época ambicionaban estos buenos terrenos, excelentes para el cultivo y que además estaban muy bien ubicados dominando desde los promontorios pedriceños todo el valle del Manzanares hasta donde alcanzaba la vista. 

De este periodo de litigios y luchas entre segovianos y madrileños por la titularidad de las tierras de Manzanares ( que llegaron a enfrentamientos, quemas de chozas y violencias fuertes) se pone fin rápidamente  cuando el rey Alfonso X el Sabio tomó, en torno a 1275, la zona de Manzanares para la corona castellana llamándose desde entonces  “El Real de Manzanares” (de ahí el sobrenombre de este municipio), por estar bajo el amparo directo del rey castellano, agrupando a todo un conjunto de poblaciones de la zona como Manzanares el Real, Colmenar Viejo, Soto del Real (entonces Chozas de la Sierra), Hoyo de Manzanares, Miraflores (entonces Porquerizas de la Sierra), Navacerrada, San Agustín del Guadalix, etc., generando todo un imperio territorial al norte de la ciudad de Madrid y que duraría hasta el siglo XVI, cuando muchos de los municipios se empiezan a ir independizando del control del Real de Manzanares como villas.

Durante este periodo de dominio regio del Real de Manzanares en los siglos XIII-XIV, Manzanares pasa por las manos de diferentes nobles y señores hasta que finalmente recae, a finales del siglo XIV, en Pedro González de Mendoza (también nombrado Señor de Alcobendas, y por tanto tomando posesión de un poderoso dominio en el norte madrileño) en 1383, dando inicio al dominio de la saga de los Mendoza  en Manzanares hasta la actualidad en sus sucesores.



Es el nieto de Pedro, Iñigo López de Mendoza (que fuera brevemente también Señor de Alcobendas) quien iniciara un periodo de esplendor en Manzanares, entre los siglos XIV-XVI, cuando se construyen la práctica totalidad de los grandes monumentos históricos del municipio. 

Iñigo López de Mendoza fue de todos, el más notable e importante de los señores del Real de Manzanares,  de forma que, además de gran poeta y escritor, fue un notorio guerrero y señor feudal, siendo nombrado en vida con casi todos los grandes títulos que irán heredando sus sucesores a lo largo de la historia; I Marqués de Santillana, y I Conde del Real de Manzanares.

La obra constructiva de Manzanares y el esplendor a esta villa  se lo dará su hijo y nieto, Diego Hurtado de Mendoza, que añade el tercer y más importante título a la saga de los Mendoza y que han heredado sus sucesores, el de I Duque del Infantado. Es Diego Hurtado, I Duque del Infantado quien inicia la construcción del Castillo de Manzanares el Real (1475-1480), el monumento más importante del municipio y del Real de Manzanares, desde donde se ejercía el todopoderoso imperio territorial de los Mendoza en el norte de Madrid.

Será su hijo, Iñigo López de Mendoza y Luna, II Duque del Infantado, quien completaría el embellecimiento monumental de la capital del Real de Manzanares, terminando la construcción del Castillo Nuevo (especialmente la parte de la galería de Juan Guas), e iniciando la construcción de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, a finales del siglo XV, ya que la anterior iglesia parroquial fue absorbida por el Castillo Nuevo.

Se podría decir, por tanto, que de alguna forma, El Real de Manzanares, gobernado por los señores de la Casa de Mendoza (posteriores Marqueses de Santillana, Condes del Real de Manzanares y Duques del Infantado), fue el primer intento de unificación de casi todo el norte de Madrid en una única entidad territorial desde el periodo de Pedro González de Mendoza a finales del siglo XIV, como de hecho así se produjo durante muchos años, y uno de los precedentes históricos del Partido Judicial de Colmenar Viejo, que sustituyó al viejo Real de Manzanares como ente territorial hegemónico en el norte de Madrid, ya a partir del siglo XIX.

El Real de Manzanares, con capital en Manzanares el Real, tuvo su época de apogeo y esplendor desde finales del siglo XIII hasta bien entrado el siglo XVI, cuando uno a uno, la mayoría de sus municipios se fueron segregando a lo largo de los siglos posteriores. 

Manzanares el Real, con su majestuoso Castillo de los Mendoza del siglo XV como ejemplo de la capitalidad y del viejo esplendor de la villa en el pasado, fue el municipio hegemónico durante este periodo, pero la independencia de las diferentes villas a partir del siglo XVI le hicieron perder su viejo protagonismo.




Como afirma el propio Ayuntamiento de Colmenar Viejo , la evolución de las poblaciones del Real de Manzanares entre el siglo XIII y el XVI va a ser muy diferente, frente a un Manzanares el Real decadente que apenas crece ya a finales del siglo XV-XVI, surgen ya aldeas como Guadarrama, Porquerizas (hoy Miraflores de la Sierra) y Colmenar Viejo que empiezan a tener un crecimiento demográfico notable, que evidencian su incapacidad de seguir estancado bajo el dominio manzanariego. 

La ausencia de industria y comercio en Manzanares el Real a lo largo de su historia, su estancamiento en la economía agrícola y ganadera y del despegue de otros municipios cercanos, como fundamentalmente Colmenar Viejo, hicieron que poco a poco esta villa perdiera importancia y quedara relegada cada vez más bajo la sombra colmenareña. 

Fruto de ese despegue demográfico de Colmenar Viejo (que concentra a mas número de población de toda la entidad territorial), el 22 de noviembre de 1504, Colmenar Viejo consigue su segregación de Manzanares, pasando desde entonces a hegemonizar el norte de Madrid, y continuando su tendencia de crecimiento poblacional, heredando el viejo dominio territorial manzanariego a partir de 1834 cuando se empieza a configurar el Partido Judicial de Colmenar Viejo, bajo el cual quedan englobados gran cantidad de municipios del territorio del viejo Real de Manzanares, entre ellos la propia antigua capital, Manzanares el Real, ahora, como casi todo el viejo imperio de los Mendoza, bajo el área de influencia colmenareña hasta bien entrado el siglo XX.

Por su parte, los Mendoza, si bien a partir del siglo XV recibieron el título de Duques del Infantado y se convirtieron en Grandes de España y en una de las familias más poderosas de la nobleza española, también sufrieron serios desencuentros con la monarquía española durante los diferentes conflictos existentes a lo largo de la historia. Durante la guerra de los Comuneros de Castilla (1520-21), el III Duque del Infantado Diego Hurtado de Mendoza y Luna mostró un papel dudoso en la revuelta, no decantándose su favor real hasta bien entrada la contienda, a diferencia de otros nobles del momento, como el Duque de Frías o el Duque de Alba, de indudable lealtad imperial.

Además, su familia cayó en sospecha, acusándose a su hijo Íñigo López de Mendoza y Pimentel, de simpatías pro-comuneras (lo que le valió el destierro) y contándose entre sus primos, los Mendoza-Tendilla a destacados líderes comuneros, como fue el caso de Juan Hurtado de Mendoza (líder de los comuneros de Valladolid y muerto en el exilio) y especialmente María de Mendoza y Pacheco (comúnmente María Pacheco, líder de los comuneros de Toledo y cerebro de la revuelta de los Comuneros de Castilla junto a su esposo Juan de Padilla, líder militar comunero derrotado en Villalar).




Posteriormente, en el siglo XVIII, el X Duque del Infantado Juan de Dios de Silva y Haro y Mendoza, también se mostraría dudoso sobre a qué bando apoyar durante la guerra de sucesión al trono español, que enfrentaba a Habsburgos y Borbones, granjeándole la enemistad con el futuro Rey Felipe V de Borbón.

Durante el siglo XIX, el XIII Duque del Infantado Pedro Alcántara de Toledo y Salm-Salm mantuvo una posición igualmente ambigua con el reinado absolutista de Fernando VII, basculando hacia posiciones absolutistas y moderadas durante la década ominosa (1823-1833), siendo objeto de seguimiento por parte de la policía fernandina.

Fuentes;

-Saavedra, Juan José. "Historia y secretos de Manzanares el Real y La Pedriza”. Editorial Creaciones Vicent Gabrielle. Madrid, 2011.

-“Evolución histórica de Colmenar Viejo”. Ayuntamiento de Colmenar Viejo. Colmenar Viejo, Madrid, 2012-2015.

-Caballero Aguado, Julián. “Historias del antiguo Alcobendas”. Fundación Veinticuatro de Enero. Alcobendas-Madrid, 2016.

-Marchamalo Sánchez, A. Marchamalo Main, M."Manzanares el Real y la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves". Editorial AACHE. Madrid, 2013.

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