Si en los años 40 el tema de moda era la segunda guerra mundial y los exiliados del régimen nazi vencidos por la segunda guerra mundial, lo que se estilaba en los años 50 e inicios de los años 60 era el tema por excelencia de la política internacional; la descolonización.
Ya durante la segunda guerra mundial, las diferentes colonias europeas en África y en Asia se ven seriamente afectadas por el impacto y el alcance del conflicto bélico en casi todas ellas. Ya durante los años 30 y 40, empiezan a surgir en casi todas estas colonias movimientos nacionalistas que, más o menos veladamente, empiezan a desarrollar un sentimiento de rechazo hacia la tutela colonial en ellas.
Los ejemplos históricos de las independencias nacionales en EEUU y en Hispanoamérica en los siglos XVIII y XIX y la posterior guerra de independencia contra los restos del imperio español en Cuba y Filipinas en 1898 y la resistencia rifeña llevada a cabo en los territorios marroquíes gestionados por España y Francia durante los años 20 fueron un destacado antecedente para estos movimientos nacionalistas afro-asiáticos.
Sin embargo, no será hasta el final de la segunda guerra mundial en 1945 cuando estos movimientos se agudicen. Por un lado, el debilitamiento de los grandes imperios coloniales europeos (Francia, Inglaterra, Alemania…) como efecto de la segunda guerra mundial, deja a éstos completamente tocados en lo económico y su sentimiento de identidad nacional queda fuertemente tocado, de la misma manera que las colonias empiezan a entender que varios siglos de tutela extrajera ya no tienen sentido en el mundo globalizado que se estaba viviendo. Por el otro lado, el surgimiento de organismos internacionales como la ONU en 1945 para lograr una convivencia y equilibrio pacifico a nivel internacional entre las naciones mundiales será clave cuando ésta otorga un respaldo claro y nítido en el proceso de descolonización.
Primero le tocará el turno al continente asiático, que es testigo de cómo varias importantes colonias europeas se irán desgajando una tras otra del tutelaje occidental, como en el caso de China (1949, cuando triunfa su revolución comunista antiimperialista), Filipinas (independizada primero de España en 1898 y luego, tras caer bajo la influencia de EEUU, de éste en 1946), India (liderada por Gandhi, Nehru y Muhammad Ali Jinnah, consigue la independencia en 1947, dividiéndose entre India y Pakistán), Malasia (1957), Indonesia (liderada por el mítico líder anticolonial Sukarno, en 1949), Vietnam (liderado por el famoso líder comunista anticolonial Ho-Chi-Minh, se independiza del imperio colonial francés tras una dura guerra de independencia en 1954 dando lugar a la división del país y a una larga y cruenta guerra civil en la que se implicarán los estadounidenses), Camboya (1954), Laos (1953-54), o Corea (independizada tras la derrota y retirada del imperio japonés en 1945, pero dividida casi al instante en dos, el norte comunista y el sur occidental).
La influencia, el empuje y el ejemplo de las naciones asiáticas en la década de los 40 y 50 suponen un ejemplo para las colonias occidentales en África que, a lo largo de la década de los 50 y especialmente de los 60 y 70 siguen el ejemplo de los asiáticos y desarrollan su política de liberación anticolonial y antiimperialista, liderada por la zona árabe y mediterránea, incipiente en el proceso descolonizador (Israel en 1948 con la desaparición del mandato británico de Palestina, Líbano en 1945, Siria en 1946..) y luego seguida por el Norte de África (Marruecos, separado del protectorado franco-español en 1956, de la que derivó la guerra de Sidi-Ifni y el conflicto aun no resuelto del Sahara, Libia en 1951, Túnez en 1956, y Argelia del imperio francés tras una dura, larga y cruenta guerra de independencia entre 1954- 1962, cuando consigue separarse), y el África subsahariana (Ghana en 1957, Guinea francesa en 1958, Madagascar en 1960, República Democrática del Congo en 1960, Gabón, República Centroafricana, Chad, Mauritania, Senegal, Malí, Costa de Marfil, Níger, Burkina Faso, y Benín en 1960, Nigeria y Somalia en 1960, Sierra Leona en 1961, Kenia en 1963, Gambia en 1965, Zambia y Zimbabwe en 1965, la Guinea Ecuatorial española en 1968, Angola y Mozambique de los restos del imperio colonial portugués en 1975).
Sin embargo, de todos ellos acaso el más significativo y desde luego el que nos interesa a nosotros es el caso del conflicto y la descolonización de Argelia. Este extensísimo país norteafricano, ubicado en la zona del Magreb y ubicado en un convulso triangulo histórico formado por sus vecinos marroquíes, tunecinos, libios y saharauis, fue en el pasado medieval invadido por las migraciones árabes que desde el oriente próximo tomaron todo el norte africano y hasta el Al Ándalus como zona de influencia.
Posteriormente, Argelia cae bajo la influencia del todopoderoso imperio otomano durante la edad moderna y hasta mediados del siglo XIX cuando es conquistada por el imperio colonial francés, en el clima de la expansión colonial de África y Asia que ya a lo largo de ese siglo empezaban a desarrollar las grandes potencias occidentales y europeas lideradas por el imperio británico.
Los franceses toman Argel, la capital argelina, como base de operaciones y centro neurálgico del poder colonial en la zona, que compartía con las cercanas y vecinas colonias francesas de Marruecos (compartido con España) y Túnez. Durante los inicios del dominio colonial francés, se respetan las tierras y propiedades nativas hasta las décadas finales del siglo XIX, cuando las autoridades coloniales empiezan a expropiar tierras a los nativos para dárselas a las diferentes oleadas de colonos franceses que a finales de siglo empiezan a llegar de la metrópolis a Argelia, y que con el paso del tiempo serian conocidos como los “pied-noirs”, los criollos nacidos en territorio colonial pero de sangre francesa, a similitud de los criollos españoles en Hispanoamérica.
Esta fuerza demográfica, que en los primeros 10-20 años del dominio francés no llegaba a 200.000 colonos fue ampliándose progresivamente hasta los más de 800.000 en los años 20 del siglo XX, y llegaría a superar el millón durante los años 40, sería la base potencial del nacionalismo irredento francés, la fuerza de choque de los sectores más conservadores de la sociedad colonial francesa en Argelia, un grupo de presión entre los militares y civiles en Francia y, como es lógico, la principal base de apoyo de lo que serían los grupos paramilitares clandestinos opuestos a la descolonización francesa, la futura OAS.
Al mismo tiempo que crece y se estabiliza la colonia francesa en Argelia crecen los deseos y movimientos nacionalistas argelinos a favor de la descolonización, evidenciado en la creación del llamado Frente de Liberación Nacional-FLN de Boumédiène, Ben Bella o Fanon, que llevará el liderazgo en la guerra de la independencia de Argelia, desatada con el alzamiento popular argelino de 1954, y que inicia una dura, larga y especialmente cruenta guerra de independencia en Argelia hasta 1962, salpicada por las torturas y masacres de los colonos franceses a los resistentes argelinos, y de pied noir y soldados franceses a manos de la resistencia argelina del FLN.
La inestabilidad política del país y la crisis del alzamiento en Argelia necesitaba una contundente respuesta, y esta llega con el llamado Golpe o Putsch de Argelia de mayo de 1958, cuando un grupo de rebeldes franceses liderados por Pierre Lagaillarde, apoyados de forma velada por el ejército francés, liderado entre otros por el General Raoul Salan, y por los colonos franceses pied-noirs protagonizan un alzamiento que toma el control en Argel contra el gobierno francés liderado por Pierre Pflimlin, amenazando incluso con invadir Francia, y exigiendo la intervención del General Charles de Gaulle, retirado de la política en ese momento, para tomar las riendas de la situación, reprimir de forma contundente al FLN y pacificar la guerra de Argelia.
En ese proceso, el líder francés Charles de Gaulle, Primer Ministro y luego Presidente de la República de Francia desde 1958-1959, toma el poder en Francia, apoyado por los militares colonialistas, con el objetivo de poner fin a la inestabilidad, el caos y los enfrentamientos civiles en Francia a resultas del alzamiento y del conflicto bélico en Argelia, con el interés teóricamente de tomar el control en la colonia, poner fin al alzamiento liderado por el FLN, pacificar la zona y devolver al país la estabilidad política de que gozaba desde el final de la segunda guerra mundial.
La llegada de De Gaulle al poder en Francia no calma a los militares levantiscos colonialistas, al ver que la actitud del General no es la esperada, y que su belicosidad contra los independentistas argelinos no tiene nada que ver con sus deseos. De hecho, De Gaulle, respetado en el país como héroe y líder de la resistencia nacional antinazi en la segunda guerra mundial, se centra en la creación de la V República Francesa, de la que es nombrado Presidente, e iniciando una política propia en el país, el considerado “gaullismo”, una posición conservadora y nacionalista contraria al liderazgo de EEUU en el mundo occidental.
En la cuestión argelina y viendo el alcance cada vez mayor de la guerra en Argelia, De Gaulle se va convenciendo de la necesidad de ir abandonando progresivamente la idea de la colonia, y entre 1960-1962, va girando su política, desde la afirmación colonialista inicial que le lleva al poder en 1958, hacia el apoyo a la autodeterminación argelina como forma de solucionar el conflicto, lo que levanta un profundo malestar en militares como el mencionado Salan, que lo ven como una traición al golpe que le llevó al poder y una traición a los colonos y al ejército francés en Argelia, cuyo honor y orgullo nacional ya había sido herido y tocado 4 años antes del golpe con la derrota francesa en Dien Bien Phu que condujo a la independencia de Vietnam.
Los miliares colonialistas como Salan no iban a toleran un nuevo Vietnam en Argelia, la gran joya de la corona imperial francesa en África, y De Gaulle, siendo consciente de ello, decide mover ficha rápidamente, a similitud de lo que el Frente Popular español intenta hacer en 1936 con los generales africanistas españoles antes de dar un golpe de estado, decide alejarlos del bastión colonialista y golpista de Argel y los trae a la metrópolis, para tenerlos controlados, y así es nombrado inspector militar en París por De Gaulle entre 1959-1960.
Salan, ya firme convencido del sometimiento militar de Argelia, y viendo la política de cesiones del General de Gaulle le conducen una firme oposición frontal con el Presidente que le conduce al exilio en la España franquista, debido a declaraciones en París donde ataca duramente la política colonial francesa, llegando a Madrid a finales de 1960, donde se encontrara con otro líder golpista francés, el ya mencionado Pierre Lagaillarde.
Según cuenta en su libro “A la sombra de Franco: el refugio español de los activistas franceses de la O.A.S.” Gastón Segura Valero, el 30 de octubre de 1960, Salan cruza la frontera de España y se instala unos días en San Sebastián, y tras un breve periplo, se instala definitivamente en el Hotel Princesa de Madrid.
Según afirma José Antonio Novais en su artículo para El País “La discreta vida del general en Madrid”, Salan tenía contactos en Madrid, donde era amigo de Ramón Serrano Suñer y por ser la capital española “un nido de activistas franceses”. Además, en Madrid, Salan tendría otro amigo y aliado que lo ayudaría a instalarse en conspirar contra De Gaulle desde el corazón de la España franquista, Narciso Perales, falangista auténtico y crítico con el régimen franquista.
Según relata en su libro Segura Valero, a Salan le facilitan en Madrid una lista de apoyos de confianza, pero;
“….de la lista solo encontró un sólido apoyo en Narciso Perales, un camisa vieja y ex gobernador civil de León. Era Perales un hombre extraño, pero con un carácter fácilmente conjugable con el de Salan. Ambos eran sobrios, quizá envarados para los usos de nuestro tiempo, pero de fiar. No en balde, Perales era de una extremada austeridad castellana, profundamente religioso, y todavía comprometido hasta la medula con las palabras de José Antonio.
A Salan le parece un hombre digno de confianza, por el fervor con el que mantiene sus convicciones. De modo que, por aprecio hacia aquel hombre que le abre su casa, a él, un perseguido, se dejará instruir por Perales en la doctrina falangista. A Salan este credo le resulta cercano. Además, Perales, pese a la adustez con que rige sus costumbres, resulta un prodigo anfitrión.
Y pone su casa a disposición de Salan como lugar donde entrevistarse en secreto con individuos más o menos influyentes del régimen. No solo eso sino que, en pocas semanas van a organizar unas tenidas de conjurados en favor de la Argelia francesa que le van a resultar claves para su regreso a Argel”.
Narciso Perales pone su domicilio y su amistad al servicio de Salan, al que ayuda a instalarse en Madrid y le facilita una red de contactos que serán claves para organizar un complot clandestino contra De Gaulle, que se materializa apenas 6 meses después con un intento de golpe de estado en Argel.
Sobre estas reuniones organizadas por Narciso Perales con Salan y el grupo de exiliados franceses y pied-noirs en Madrid continua Segura Valero, afirmando;
“A las reuniones de Perales se ha unido un personaje mítico del régimen, ni más ni menos que el otrora cuñadísimo, el hombre que había forjado el aparato legal del estado franquista y controlado la propaganda, exteriores y el partido a un tiempo, hasta que Franco lo había apartado del gobierno.
En aquellas tenidas conspirativas con Salan solo había dos preocupaciones; la descolonización y que modelo de estado convenía a la Argelia francesa. Perales proponía el modelo nacionalsindicalista. Naturalmente, a Salan no le disgustaba. La doctrina descrita con tanto ardor por Perales le resultó interesante, tanto más cuanto se oponía al capitalismo anglosajón”.
En Madrid, en enero-febrero de 1961, y fruto de esas reuniones conspirativas entre los exiliados franceses anti-independentistas, tiene lugar un hecho trascendental que generalmente ha sido pasado por alto, pero que tuvo en la capital española su protagonista principal, la fundación de la O.A.S. (Organisation de l'Armée Secrète), una organización militar terrorista fundada en Madrid por Salan.
La OAS, según afirma Segura Valero, fue fundada en enero-febrero de 1961 en el apartamento madrileño de Babette Lagaillarde, esposa del mencionado Pierre Lagaillarde, profesora de física de la Universidad de Tours, en la Torre Madrid de Plaza España, a escasos metros del Hotel Princesa donde se alojaba Salan, para liderar la resistencia colonial en Argelia bajo la supervisión y liderazgo de Salan y Lagaillarde, y que sería responsable de atentados terroristas en Argelia, especialmente durante el año escaso entre su creación y la independencia argelina en verano de 1962, cuando desaparece de Argelia y la mayoría de sus dirigentes y militantes pasan a refugiarse en Francia, siendo algunos de ellos, dos décadas después, y como veteranos activistas paramilitares, colaboradores de los GAL españoles.
En el número 1 de la revista Juanpérez fundada por Narciso Perales el 25 de febrero de 1964, apenas 3 años después de la fundación de la organización, encontramos una interesante crónica-artículo sobre la génesis de la OAS, titulada “La verdadera historia de la OAS” firmado por José A. Llorens Borras, en la que se afirma;
“Integraron la OAS tendencias políticas diversas. Fue fundada en Madrid en febrero de 1961 por un grupo de evadidos. Este grupo llamado de Madrid, lo integraron Argoud, Bouyer, Larcheroy, Lagaillarde, Ortiz y Lefebre.
La ideología más o menos homogénea de este grupo se levantaba no solo contra el abandono de Argelia, sino también contra los principios de la revolución de 1789, a cuya influencia su patria no había podido jamás sustraerse. Aunque todos aceptaron el mando del General Salan, este grupo lo hizo con ciertas reservas, por considerarle un general republicano, de ideología política izquierdista”.
Es curioso que tanto Llorens Borras como Segura Valero insisten en sus perfiles biográficos en dibujar a Raoul Salan como una persona de izquierdas, o con tendencias izquierdistas en su pasado, lo cual contrasta con el ultraderechismo de muchos integrantes y mercenarios de la OAS, pero casaba bien con el falangismo social y auténtico de Perales.
Estas operaciones clandestinas del llamado “grupo de Madrid” liderado por Lagaillarde y Salan no se quedó en la organización de la OAS si no que fueron más allá y fueron ideadores o impulsores de un nuevo golpe de estado contra el gobierno francés, como el que en 1958 llevó al poder al General de Gaulle y que ahora se levantaba contra él, por su tibieza en la cuestión argelina, y que se manifestó nuevamente en Argel el 21 de abril de 1961, conocido como el “Putsch de los Generales”, por haber sido impulsado por los generales Challe, Zeller y Jouhaud.
En el golpe no está presente Raoul Salan, cerebro de la OAS, aun exiliado y vigilado en Madrid por el gobierno español, que consigue evadir la vigilancia española para salir 2 días después hacia Argel y sumarse a los golpistas, y nuevamente en esta fuga espectacular participa Narciso Perales, como afirma José Antonio Novais en el mencionado artículo de El País;
“El general Salan logra, el día 23 de abril, de madrugada, por medio de una fuga rocambolesca, salir por una ventana del hotel. Sus amigos españoles le habían preparado la fuga. En Barajas les espera un avión Convair, de Aviaco, que pilota el comandante Carlos Teixidor, un héroe de la aviación franquista (era conocido como el as del Convair). En la pista de despegue la policía registra por dos veces el Convair, que tiene dos motores En él sólo se encuentran los que le fletaron: el doctor Perales, el industrial Víctor Felipe y el periodista Ángel del Campo. El avión despega con estas personas a bordo. El general y sus amigos desembarcan en Argel”.
Parece ser, pues, que nuevamente con la ayuda de Narciso Perales, Raoul Salan consigue camuflarse y esconderse para marchar a Argel, donde se suma al golpe de los generales, que fracasa completamente, siendo el último intento serio de paralizar la independencia argelina, concedida apenas poco más de un año después del intento golpista, por el que el propio Salan será detenido en 1962 y encarcelado, aunque fue amnistiado tan solo 6 años después.
Fuentes;
-"Historia del mundo contemporáneo". Elena Cabezalí García, y Candelas González González. Editorial Akal, 2008.
-"Contemporánea. La historia desde 1776". Miguel Artola y Manuel Pérez Ledesma.
-“A la sombra de Franco: el refugio español de los activistas franceses de la O.A.S.” Gastón Segura Valero
-“La discreta vida del general en Madrid”. José Antonio Novais, para El País.
-“La verdadera historia de la OAS”. José A. Llorens Borras, revista Juanpérez.
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