"Es claro, pues, que no solo asistir a sabbats o realizar actos mágicos se considera brujería. La simple administración de una droga se castiga ya con la hoguera. Experimentar el viaje y ser reo de apostasía hechiceril son la misma cosa para el jurista-teólogo, al menos desde el siglo XIII y probablemente desde mucho antes.
La simple tenencia de untos acarreaba una automática presunción de brujería, aunque sus poseedores y usuarios no fuesen personas vinculadas a la profesión ni asistieran a ritos brujeriles. Al inquisidor le importaba poquísimo la base natural de la brujería, e incluso prefería pensar que los untos y potajes eran farmacológicamente irrisorios, porque su empresa no era averiguar qué sabia y qué hacia la bruja.
Que los demonómanos resultaran toxicómanos seria una casualidad e incluso una consecuencia imprevista y hasta incómoda para los comisarios, pues era más cómodo perseguir a quien enarbola poderes sobrenaturales que a quien se apoya en poderes naturales, sencillamente botánicos".
"Historia general de las drogas". Antonio Escohotado.
"Investigaciones recientes han verificado estas manifestaciones. Se encontraban alucinógenos naturales en el estramonio, la belladona, el beleño y la mandrágora bajo la forma de alcaloides como la atropina, la hiosciamina y la escopolamina. La atropina se usaba desde hacía siglos y era muy absorbible incluso a través de la piel intacta.
Al aplicarlo como ungüento de brujas a la piel más susceptible de la zona vaginal, a menudo perforada por picaduras de piojos y arañazos, el efecto era inmediato: un sueño dominado por ilusiones de vuelo y fantasías sexuales.
La piel venenosa del sapo, utilizada también por la bruja, contenía numerosas drogas, entre ellas la digitalina y el poderoso alucinógeno bufotenina, que producía una alucinación especifica; la de volar.
El cambio de forma es otro rasgo significativo de la creencia en las brujas que puede explicarse considerando las drogas. Determinadas drogas pueden inducir a las personas a creer que son animales. Las características que se atribuyen al licántropo son manifestaciones del envenenamiento con atropina".
"Magia y maleficio". G.R. Quaife.
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