domingo, 6 de noviembre de 2022

Un pelotón de soldados


 

"Por el dinero la democracia se anula a sí misma, después que el dinero ha anulado el espíritu. Justamente por haber aprendido que, en el reino de la realidad, una voluntad de poderío sólo puede ser derribada por otra voluntad de poderío—esta es la gran experiencia en la época de los Estados en lucha—; justamente por eso despierta al fin un anhelo profundo de todo cuanto vive de viejas y nobles tradiciones. La economía monetaria hastía hasta producir asco.

Espérase una salvación; escúchase atento por si llegara un sonido claro de honor y caballerosidad, de nobleza interior, de renuncia, de deber. Y despunta entonces de nuevo una época en la que despiertan en lo hondo los poderes formales de la sangre, que habían sido reprimidos por el racionalismo de las grandes urbes. 

El cesarismo crece sobre el suelo de la democracia; pero sus raíces penetran en los subsuelos de la sangre y de la tradición. El César antiguo debe su poder al tribunado, y su dignidad—y, por tanto, su duración—la posee como príncipe. 

Pero justamente por eso se produce entonces la lucha final entre la democracia y el cesarismo, entre los poderes directivos de una economía dictatorial y la voluntad de los Césares que es puramente de orden político".

"La Decadencia de Occidente". Oswald Spengler.


"Sí; si sólo se disputara el predominio de este o del otro partido, el Ejército cumpliría con su deber quedándose en sus cuarteles. Pero hoy estamos en vísperas de la fecha, ¡pensadlo, militares españoles!, en que España puede dejar de existir. 

Sencillamente: si por una adhesión a lo formulario del deber permanecéis neutrales en el pugilato de estas horas, podréis encontramos de la noche a la mañana con que lo sustantivo, lo permanente de España que servíais, ha desaparecido. 

Este es el límite de vuestra neutralidad: la subsistencia de lo permanente, de lo esencial, de aquello que pueda sobrevivir a la varia suerte de los partidos. Cuando lo permanente mismo peligra, ya no tenéis derecho a ser neutrales. Entonces ha sonado la hora en que vuestras armas tienen que entrar en juego para poner a salvo los valores fundamentales, sin los que es vano simulacro la disciplina. 

Y siempre ha sido así: la última partida es siempre la partida de las armas. A última hora –ha dicho Spengler–, siempre ha sido un pelotón de soldados el que ha salvado la civilización".

"Carta a los militares de España". José Antonio Primo de Rivera.

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