martes, 19 de noviembre de 2024

El caso de las minas de Riotinto

 


"Sabido es que España ocupa el primer lugar en la producción mundial del cobre. Su riqueza minera, que alcanza también relativa importancia en otros productos, tiene en las piritas de hierro y cobre su exponente más fértil. Más de la mitad de toda la producción mundial de estas piritas se obtiene de nuestras minas enclavadas en las provincias de Sevilla y Huelva. Esa producción española pasa de 3.000.000 de toneladas anuales.

Unas dieciocho Compañías se reparten todas las minas. De ellas, quince son extranjeras. Las tres restantes alcanzan una proporción irrisoria respecto a la totalidad de piritas extraídas. Unas 50.000 toneladas.

Según datos de 1920, el capital extranjero que había en España colocado en la industria minera del cobre era de unos 145 millones de pesetas. Lo que supone aproximadamente un quinto de todo el capital español empleado en minas.

Lógicamente cabría esperar que el hecho de poseer España en su territorio una tal riqueza en la industria del cobre, daría a la economía de nuestro país un gran impulso en cuanto se relacionase con esta materia prima y su sucedánea, el azufre.

No ocurre así, pues las Empresas extranjeras beneficiarías exportan el material bruto en su casi totalidad. De ese modo, España no obtiene ventaja alguna en cuanto a las industrias transformadoras, ni tampoco en relación con el consumo mismo del cobre. 

Parece que no llega ni al tres por ciento la cantidad de piritas que se transforman o benefician en España. El resto lo exportan las Compañías al extranjero, como materia prima para dar lugar a la obtención final del cobre y ácido sulfúrico. 

El establecimiento en España de esas industrias transformadoras y el hacer realmente de nuestro país el centro productor y exportador del cobre y sus derivados supondría un incremento de riqueza al que tenemos los españoles pleno derecho. Para mayor sarcasmo, resulta que correspondiendo al suelo español ese enorme porcentaje que hemos visto en cuanto a la producción mundial, es España quizá el país donde el cobre tiene un precio más alto. 

Es decir, que los industriales españoles que utilizan el cobre como materia prima tienen, que pagarlo a un precio mayor que en otras naciones. Y no una diferencia leve, sino casi unas 600 pesetas más por tonelada. Como si dijéramos, el tributo que se ven obligados a pagar los españoles por la desgracia de que en su territorio existan los más fecundos yacimientos de ese metal.

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El caso de las minas de Ríotinto, dentro del panorama global del cobre en España, tiene relieves especiales, que obligan a poner en él atención más urgente y angustiosa. El origen de la concesión, su desarrollo, los enormes beneficios que logra, el carácter mismo de la industria extractiva, etc., etc., son detalles que han contribuido a formar aquí y fuera de aquí, en torno a Ríotinto, una atmósfera de explotación colonial irritante para la dignidad moral y para los intereses económicos de los españoles.

Las minas de Ríotinto, antes de pasar a manos de los capitalistas ingleses, pertenecían al Estado. Son bien conocidas las circunstancias en, las que el Estado procedió a su enajenación y venta. Ello fue acordado el 25 de junio de 1870, en la etapa del Gobierno provisional que rigió España después de la revolución del 68.

Según la ley minera vigente en aquella fecha, el Estado se atribuía la propiedad de "las minas de azogue de Almadén y Almadenejos; las de cobre de Ríotinto; las de plomo de Linares y Falset; las de azufre de Hellín".

En la ley de Presupuestos de 1872, se autorizaba al Gobierno para proceder a la enajenación de las minas, lo que se llevó a efecto el 29 de marzo de 1873, a las pocas semanas de haberse establecido la primera República. El importe de la venta, dada la magnitud y riqueza de los yacimientos, fue una cantidad ínfima: 93 millones de pesetas.

La concesión es, pues, una de tantas consecuencias desgraciadas que se siguieron para el país a causa de los atascos financieros y de las contiendas políticas del siglo XIX. El ejemplo clásico de los Estados agónicos: dificultades financieras vencidas al estilo del heredero manirroto e irresponsable".


"Las minas de Riotinto". Nuestra Revolución. Ramiro Ledesma Ramos.

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