"¡Desconfiad de todos aquellos que hablan mucho de su justicia! En verdad, a sus almas no es miel únicamente lo que les falta. Y si se llaman a sí mismos «los buenos y justos», no olvidéis que a ellos, para ser fariseos, no les falta nada más que - ¡poder! Amigos míos, no quiero que se me mezcle y confunda con otros.
Hay quienes predican mi doctrina acerca de la vida: y a la vez son predicadores de la igualdad, y tarántulas. Su hablar en favor de la vida, aunque ellos están sentados en su caverna, esos arañas venenosas, y apartados de la vida: débese a que ellos quieren así hacer daño.
Quieren así hacer daño a quienes ahora tienen el poder: pues entre éstos es donde mejor acogida sigue encontrando la predicación acerca de la muerte.
Si fuera de otro modo, los tarántulas enseñarían algo distinto: y justamente ellos fueron en otro tiempo los que mejor calumniaron el mundo y quemaron herejes. Con estos predicadores de la igualdad no quiero ser yo mezclado ni confundido.
Pues a mí la justicia me dice así: «los hombres no son iguales». ¡Y tampoco deben llegar a serlo! ¿Qué sería mi amor al superhombre si yo hablase de otro modo?
Por mil puentes y veredas deben los hombres darse prisa a ir hacia el futuro, y débese implantar entre ellos cada vez más guerra y desigualdad: ¡así me hace hablar mi gran amor!
¡Que existen lucha y desigualdad incluso en la belleza, y guerra por el poder y por el sobrepoder: esto es lo que él nos enseña aquí con símbolo clarísimo".
"Así habló Zaratustra". Friedrich Nietzsche
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