jueves, 29 de mayo de 2025

El carlismo y las colonias

 



"No hay peor sordo, que el que no quiere oir, ni peor ciego que el que no quiere ver.

Precisamente, así le sucede a los liberales, y revolucionarios de todo pelaje con el carlismo. 

La historia prueba que la conducta de la gran Comunión tradicionalista para con nuestras colonias, no ha podido ser en todas épocas más desinteresada y patriótica y, sin embargo, ningún liberal lo reconoce y mucho menos lo aplaude. 

Por el contrario, los partidos liberales, lo mismo los radicales que los conservadores, en todas épocas también, han puesto en práctica su famoso aforismo; sálvense los principios y perezcan las colonias, desastre que al fin hemos tenido la desgracia de presenciar en nuestros días, por obra y gracia del liberalismo y del régimen imperante.

Definitivamente y para siempre, hemos perdido los restos gloriosos de nuestro incomparable imperio colonial, a saber:  Cuba, Puerto Rico y los archipiélagos filipino y de Joló, aproximadamente unos diez millones y medio de súbditos y cuatrocientos veintitantos mil kilómetros cuadrados, desastre sin ejemplo en los anales de España.

Entre los liberales españoles y la masonería siempre ha existido y existe verdadera confraternidad.

A la vista tenemos la corroboración reciente de esto mismo. ¿Quién no recuerda que el Katipunán masónico filipino, por confesión del mismo general Blanco, durante cuyo mando estalló la insurrección en el Archipiélago, fue quien organizó la rebelión contra la metrópoli y es quien, entendiéndose con los masones de la península y con los yanquis, ha despojado a España de nuestra más rica colonia?

¿No sabe todo el mundo que el actual "Gran Maestro" de la masonería española, Sr. Morayta, los masones Puga y Caballero y el periódico masónico "La Paz", estuvieron procesados como presuntos cómplices de la insurrección filipina?

Por el contrario, la conducta de la gran comunión carlista, ha sido siempre, es en la actualidad, y lo será mientras aliente, eminentemente desinteresada, y patriótica.

Jamás ha puesto el menor obstáculo a los gobiernos liberales, constituídos para que sofocasen las insurrecciones de nuestras colonias, en muchos casos sus nombres se han ofrecido a los gobiernos de Madrid, para organizar guerrillas o batallones o combatir individualmente en defensa de la integridad del territorio y del honor de la gloriosa bandera española. 

Durante la primera guerra civil, Carlos V rechazó indignado las proposiciones de Holanda, que le ofrecía abundantes recursos para continuar y, quizá, concluir victoriosamente la lucha, a cambio de concesiones territoriales en Filipinas, y los documentos que lo acreditan pueden leerse en  la "Historia de Pirala". 

Durante la guerra civil última, Don Carlos propuso a su primo, Don Alfonso, una tregua patriótica, ofreciéndole su ejército para acabar con la insurrección cubana y, pelear si hubiera sido necesario, contra los felones Estados Unidos, y también corre impresa la carta con que se hizo este patriótico ofrecimiento, y por último, durante las azarosas circunstancias que venimos atravesando, y que han dado al traste con nuestro imperio colonial, con nuestras glorias tradicionales, el partido carlista se ha concentrado en su recogimiento patriótico, para que ni directa ni indirectamente, se le culpase nunca de los desastres que veía cernerse sobre España, y para contrarrestar los cuales se sentía sin fuerzas materiales, aunque con sobrados alientos morales. 

Compárese, pues, conducta con conducta, y diga el lector imparcial y sensato, quiénes son los verdaderos españoles, los hijos más amantes de su madre patria, si los liberales o los carlistas".

"El carlismo y las colonias". Eseverri, en El Correo Español, 10/12/1898.



"A mi primo Alfonso:

La actitud del Presidente de la República de los Estados Unidos, puede estimarse como preludio de una guerra si no reconoces la independencia de Cuba.

De que España haya llegado a tal ignominia, responde la Revolución que representas, sin ella no hubiera nacido esa rebelión parricida.

Reinando yo, jamás alcanzará fuerzas, que el legítimo derecho del que manda es el único que puede reformar sin imposiciones, ceder sin mengua, refrenar sin ira, gobernar sin pasión.

Pero se trata de la integridad de la Patria, y todos sus hijos deben defenderla. Que cuando la Patria peligra, desaparecen los partidos políticos. Solo quedan españoles.

Si la guerra llega a estallar, te ofrezco una tregua por el tiempo que dure la lucha contra los Estados Unidos. 

Pero entiéndase bien que la única causa de la tregua que te propongo es la guerra extranjera, y que mantengo mis derechos a la Corona.

Más allá de los mares carezco de territorio que dominen mis armas, y no puedo mandar a Cuba a mis leales voluntarios, pero defenderé estas Provincias y el litoral cantábrico, armaré en corso a los indómitos hijos de estas costas, donde nacieron Elcano, Legazpi y Churruca...

Tu primo, Carlos".

Carlos VII: Escritos Políticos.

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