"Existe otra clase de arte adquisitivo, que precisamente llaman crematística, para el cual parece que no existe límite alguno de riqueza y propiedad.
Muchos consideran que existe uno sólo, y es el mismo que el ya mencionado a causa de su afinidad con él.
Sin embargo, no es idéntico al dicho ni está lejos de él.
Uno es por naturaleza y el otro no, sino que resulta más bien de una cierta experiencia y técnica.
Acerca de éste tomemos el comienzo desde el punto siguiente: cada objeto de propiedad tiene un doble uso.
Ambos usos son del mismo objeto, pero no de la misma manera; uno es el propio del objeto, y el otro no.
Por ejemplo, el uso de un zapato: como calzado y como objeto de cambio. Y ambos son utilizaciones del zapato.
De hecho, el que cambia un zapato al que lo necesita por dinero o por alimento utiliza el zapato en cuanto zapato, pero no según su propio uso, pues no se ha hecho para el cambio.
Una vez inventada ya la moneda por la necesidad del cambio, surgió la otra forma de la crematística: el comercio de compra y venta.
Al principio tal vez se dio de un modo sencillo, y luego ya se hizo, con la experiencia, más técnico, según dónde y cómo se hiciese el cambio para obtener máximo lucro.
Por eso la crematística parece tratar sobre todo de la moneda, y su función es el poder considerar de dónde obtendrá abundancia de recursos, pues es un arte productivo de riqueza y recursos.
Ciertamente, muchas veces consideran la riqueza como abundancia de dinero, porque sobre esto versa la crematística y el comercio.
Así que, por un lado, parece evidente que necesariamente haya un límite de cualquier riqueza, pero en la realidad vemos que sucede lo contrario.
Pues todos los que trafican aumentan sin límites su caudal.
La causa es la estrecha afinidad entre las dos crematísticas. Sus empleos, siendo con el mismo medio, se entrecruzan, pues ambas utilizan la propiedad; pero no de la misma manera, sino que ésta atiende a otro fin, y el de aquella es el incremento.
De ahí que algunos creen que esa es la función de la economía doméstica, y acaban por pensar que hay que conservar o aumentar la riqueza monetaria indefinidamente.
La causa de esta disposición es el afán de vivir, y no de vivir bien.
Al ser, en efecto, aquel deseo sin límites, desean también sin límites los medios producidos.
Incluso los que aspiran a vivir bien buscan lo que contribuye a los placeres corporales, y como eso parece que depende de la propiedad, toda su actividad la dedican al negocio; y por este motivo ha surgido el segundo tipo de crematística.
Al residir el placer en el exceso, buscan el arte que les produzca ese placer excesivo.
Y si no pueden procurárselo por medio de la crematística, lo intentan por otro medio, sirviéndose de todas sus facultades no de un modo natural.
Lo propio de la valentía no es producir dinero, sino confianza; ni tampoco es lo propio del arte militar ni de la medicina, sino la victoria y la salud, respectivamente.
Sin embargo, algunos convierten todas las facultades en crematísticas, como si ese fuera su fin, y fuera necesario que todo respondiera a ese fin".
"Política". Aristóteles.
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