En torno al año 218 a.C. los romanos desembarcan en Ampurias, para luchar contra el todopoderoso imperio cartaginés, en el contexto de las llamadas guerras púnicas.
Una vez en la península ibérica y tras derrotar a los púnicos, los romanos iniciaron una aventura de conquista y colonización que les llevó a dominar la práctica totalidad de lo que ellos llamaron posteriormente Hispania, después de derrotar a las civilizaciones y tribus afincadas en el solar hispano antes que ellos para , finalmente, completar su dominio en la piel de toro en el año 19 a.C.
Para luchar contra el imperio de Aníbal Barca, los romanos desembarcan en la ex colonia griega de Emporión (Ampurias), presentándose ante los pueblos y tribus nativas como los libertadores de la península frente a la tiranía y la presencia de los cartaginenses en suelo nacional, a pesar de la indiferencia de los nativos hispanos, que no se sentían representados ni por unos ni por otros.
Una vez en suelo español, los romanos proceden a la conquista y dominación de la zona de Ampurias y del noreste peninsular, aprovechando la incapacidad de los cartagineses y la debilidad e inferioridad de los pueblos nativos de la zona, incapaces de hacer frente a la maquinaria bélica todopoderosa de los romanos, que se asientan definitivamente en España.
Poco a poco, en base a hacer alianzas político-militares con los pueblos nativos, los romanos se van extendiendo por toda la península y, liderados por los Escipiones (una poderosa familia patricia romana que dominó la política romana en época republicana), fueron extendiéndose por Andalucía y Cartago Nova (Cartagena), antigua posesión y feudo cartaginés en España, que es conquistada y ocupada en el año 209 a.C. por Publio Cornelio Escipión "El Africano", para posteriormente ocupar el Valle del Guadalquivir, la zona de la futura Hispalis, y definitivamente la ciudad de Gadir (Cádiz).
Después de ocupar la zona oriental y sur de la península y acabar con los restos del ejército púnico en el siglo III a.C., los romanos terminan de dominar la península, tomando primero el centro y el oeste peninsular (155-133 a. C., cuando consiguen derrotar a la resistencia nativa de los lusitanos de Viriato, y la celtíbera de Numancia, que cae en el 133 a.C.) y definitivamente terminan de completar su dominio en el norte de la peninsular (29-19 a.C, cuando se consigue aplacar a los astures, cántabros y vascones, con el final de las llamadas guerras cántabras).
Una vez asentada la conquista militar en Hispania, los romanos se dedican a todo un proceso de romanización, donde nos aportan su cultura, religión, costumbres y también su ingeniería arquitectónica.
Son, a partir de ese momento, numerosas las ciudades romanas que se construyen en el entorno de Madrid, tales como la mítica Miaccum (para algunos en la zona de Collado Villalba o Collado Mediano), Titulcia (la misma), Mantua (supuestamente Villamanta), o Complutum (Alcalá de Henares), y otras descubiertas en torno a las actuales Villaverde, Carabanchel, Móstoles, Getafe, Vallecas, Rivas, Pinto, Barajas, Ciempozuelos, San Fernando, Arganda, Patones o Aranjuez.
Junto con las villas romana, se construyen infraestructuras para tratar de comunicar las villas y centros administrativos romanos en la zona central, especialmente las calzadas romanas que comunicaban Segovia con las villas de Miaccum, Complutum, Toletum, o Titulcia, cruzando con ello casi todo el norte de la actual Madrid, y dejando testimonios a día de hoy, como el caso de los restos de la calzada romana de Cercedilla o de Galapagar, que formaban parte de la mítica Vía del Itinerario de Antonino, que comunicaba toda la Hispania Romana y que conectaba en esta zona Mérida y Zaragoza.
Ello motivó que, en el norte de Madrid, debido a la presencia de la vía romana y a la cercanía en la zona de algunos núcleos importantes (sobretodo Miaccum, Complutum, y Patones), se han podido encontrar numerosos restos de estelas, miliarios, y epigrafía romana en general en numerosos lugares del norte de Madrid, que evidencian que en época romana, el norte madrileño, lejos de ser una zona despoblada e inhóspita, fue en realidad un lugar con gran presencia y poblamiento romano.
Os dejamos algunos restos epigráficos romanos que se han encontrado al norte de Madrid.
1) Manzanares el Real.
En la zona, a pesar de no tener constancia de poblamiento romano, tenemos algunos restos y presencia de objetos romanos que nos hacen pensar que los romanos debieron pasar por la zona e incluso tener algún tipo de poblamiento primitivo en la zona montañosa.
Para algunos autores, el puente viejo medieval que cruza el Manzanares a su paso por las afueras del municipio, podría haber sido construido sobre los restos de un puente romano primitivo que condujera y comunicara con la cercana calzada de Cercedilla, además de restos romanos en La Pedriza.
Pero lo más interesante, sin duda alguna, son las estelas romanas encontradas en los muros externos del Castillo de los Mendoza. Si bien la fortaleza es de época medieval (siglo XV) lo cierto es que en los muros externos e internos en la zona de la capilla del castillo, se han encontrado, y aún se pueden ver, restos de estelas romanas.
Destaca especialmente la Epitafio de Monis, una estela funeraria adosada al contrafuerte norte de la capilla del castillo, y reutilizada para la construcción de éste.
Debido a que era frecuente en la época usar piedra de las canterías de toda la sierra, es posible que la estela sea oriunda de cualquier lugar del norte serrano, especialmente de zonas con presencia romana como las mencionadas en la zona de Villalba o Cercedilla, aunque no se descarta, como afirma María Ruiz Trapero, que proceda nada menos que de un castro situado en La Pedriza, donde se han encontrado históricamente poblados y restos de poblamientos de época prehistórica, romana y visigoda (como los casos de la Camorza y Cancho Confesionario).
La estela en cuestión, granítica, es de una talla muy parecida a la encontrada en Collado Villalba (lo que hace sospechar que provenga de allí o de la zona de Miaccum, y fuera reutilizada por los canteros medievales en Manzanares), está recortada y presenta dos partes; en la parte superior aparece un creciente lunar, una liebre y en la parte inferior, debajo de todo ello, una serie de inscripciones romanas que vendrían a decir;
"Monis, hijo de Allonis, del clan de los Bocouricanos, de 30 años, yace aquí"
Esta estela, de las mejor estudiadas junto con la de Colmenar Viejo, es datada por la arqueóloga Rosario Gómez Osuna en torno al siglo I-II a..C., y tanto Trapero como Osuna creen ver en ella nombres de raíz celta lo que, unido a la evidencia de presencia céltica en la zona (poblamiento de la Camorza), podrían insinuar que en realidad se trata de restos funerarios de familias nativas de la zona, bien de la zona de la Camorza o de algún otro poblamiento indefinido de La Pedriza.
2) Colmenar Viejo
La otra gran estela romana, en este caso un miliario de demarcación territorial, del norte de Madrid profusamente estudiada es la de Colmenar Viejo.
Al igual que en el caso de su vecina Manzanares el Real, no hay constancia de presencia romana en la zona, aunque sí de época prehistórica y especialmente medieval visigoda, con abundantes restos en la zona.
Con todo ello, el municipio cuenta con otro resto de epigrafía romana muy bien estudiado, una estela romana, ubicada desde tiempos inmemoriales en la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios, ubicada en las afueras de la localidad.
Concretamente parece que se trata de un llamado "término augustal", un mojón de piedra, erigido en época del Imperio romano, que servía para delimitar ciertos territorios, públicos o privados, cuya denominación se expresa mediante una inscripción.
Según la profesora y arqueóloga Alicia M. Canto, y el epigrafista e investigador José-Vidal Madruga, el mojón de piedra se trataría de "un demarcador imperial romano, de confluencia, bien de municipios, más probablemente de conventos jurídicos".
El bloque de piedra tiene una clara inscripción en una de sus caras; TER-AUG (Términus Augustalis), original de época romana, mientras que bajo esta inscripción y en los laterales se añadieron unas letras, parece ser que en el siglo XVII, aparentemente relacionado con la fecha en la que se halló la actual imagen de la Virgen de los Remedios, patrona del municipio.
Según Trapero, la estela podría indicar la separación de los términos de Mantua, Miaccum y Complutum (que se cruzaban en torno a la zona de Colmenar Viejo- Tres Cantos), y parece ser que la propia piedra fue utilizada como parte del altar y fue labrada como tal.
Además, y por si fuera poco, la citada ermita es todo un yacimiento arqueológico en sí mismo, pues a parte del miliario romano, presenta en su exterior una necrópolis visigoda, con varias tumbas antropomorfas reutilizadas, y vasijas votivas.
3) Galapagar
Otro lugar del norte madrileño con presencia romana desde épocas antiguas es el municipio de Galapagar, cercano al núcleo de presencia romana de Cercedilla, Collado Villalba y Collado Mediano, y por tanto cercano a la villa romana de Miaccum, un centro administrativo del norte.
En el municipio hay abundante presencia romana con una calzada romana (al igual que la de Cercedilla, parte de la Vía del Itinerario de Antonino) y un miliario o mojón territorial.
El miliario de Galapagar, ubicado en el Ayuntamiento, debía ser posiblemente un miliario territorial, y consta de una columna de piedra granítica, con una inscripción, según afirma el propio Ayuntamiento local, de la época del emperador Marco Aurelio Antonino, en torno a los años 213-217 d.C.
Según los expertos del ayuntamiento, el miliario parece tener relación con la Vía de Antonino, a similitud de las existentes en Cercedilla, y no tanto un miliario de demarcación territorial o término augustal como el de Colmenar Viejo.
4) Cercedilla
Cercedilla, sin duda alguna, está marcada por la calzada romana construida en sus inmediaciones como parte de la Vía de Antonino que comunicaba Segovia con las ciudades romanas en término madrileño como Miaccum, Complutum y, más al sur, Toletum.
Esta calzada, y los hitos miliarios encontrados en la zona, sin duda alguna, son los restos más claros y evidentes del paso romano en la localidad y todos ellos tienen que ver con la calzada romana.
La calzada romana, según informa la Comunidad de Madrid, era parte de la Vía XXIV y debió de ser construida en torno al siglo I d.C., y se completa con el hallazgos de las estelas miliarias romanas mencionadas de los siglos III y IV d. C.
Estas estelas territoriales, vinculadas claramente con la calzada romana Antonina, tienen referencias epigráficas escritas en las que se menciona al emperador Cayo Julio Vero Maximino (Gaius Julius Verus Maximinus), llamado Maximino el Tracio, del siglo III.d.C. y a la ciudad de Segovia.
Existe otra tercera estela miliaria romana en Cercedilla en la que se menciona a Quinto Decio, legado imperial durante la época de Maximino.
5) El Escorial
Al igual que sus vecinos, El Escorial se sitúa en el área de influencia, tanto de la calzada romana de la Vía Antonina, como de la zona de influencia de Miaccum, conjuntamente con otras zonas como Villalba, Galapagar, Cercedilla, o Collado Mediano.
Según informa Margarita Martín Bonilla y el propio Ayuntamiento de El Escorial, hay presencia romana en abundancia en los términos escurialenses.
Según éstos, hay presencia romana en lápidas funerarias cerca de Navalquejigo, restos de una calzada romana que quizá fuese parte de la Vía de Antonino y, al igual que en el caso de Manzanares el Real, y un puente medieval sobre el río Aulencia posiblemente de origen romano.
Sin embargo, el resto visible mejor conservado y claro de esa herencia romana es una estela funeraria llamada el Epitafio de Vitulinus, conservado en el Museo Arqueológico Regional.
Estos restos han sido analizados por María del Mar Royo Martínez, quien afirma que se trata de una estela granítica, austera, sin decoración y, en ese sentido, parecida a la de Colmenar Viejo, pero a diferencia de ésta, se trataría de un epitafio dedicado a Vitulinus, hijo de Vituli y donde aparece el año IX-X, sin más información ( no sabemos si es la edad del fallecido, lo habitual en los casos de estelas funerarias, o el año de dedicación).
6) Soto del Real
El municipio de Soto del Real, conocido hasta los años 50 como Chozas de la Sierra, comparte con sus vecinos Manzanares y Colmenar un origen incierto. Si bien los datos ciertos sobre su población se remontan, como el resto de los pueblos de la zona, al Real de Manzanares y a la reconquista cristiana, también al igual que éstos es posible que se remonten a épocas anteriores.
Los restos de la estela que veremos, y yacimientos como el del Cancho Confesionario, con materiales visigodos, evidencian que es muy posible que en la zona hubiera un poblamiento anterior, posiblemente surgido en torno a la cercanía de las vías romanas descritas o del núcleo de Patones y Miaccum.
La estela romana fue, según el arqueólogo José Miguel Hernández Sousa, descubierta en una casa del antiguo barrio de San Sebastián, y posterior y actualmente, en casa de un vecino.
La estela romana fue, según el arqueólogo José Miguel Hernández Sousa, descubierta en una casa del antiguo barrio de San Sebastián, y posterior y actualmente, en casa de un vecino.
La estela de Soto se la denomina formalmente el Epitafio de Ambatus, aunque también tenemos restos de otros restos epigráficos como el llamado Paralelepípedo, un paralelepípedo de granito de los siglos I o II.
Según Rosario Gómez Osuna, el Epitafio de Ambatus fue encontrado en el yacimiento visigodo de Cancho Confesionario de La Pedriza, en un lugar con fuerte presencia arqueológica. De todas las estelas analizadas, sin duda es la más curiosa y original, por su forma.
Consta, nuevamente, de un bloque granítico vertical en el que, en la parte superior, aparece la representación desgastada del busto de un varón con los ojos y la boca marcados, pero sin brazos, y en la parte inferior está el texto del epitafio con el texto dedicado a Ambatus y la fecha LX (60), posiblemente la edad del fallecido.
7) La Cabrera
El municipio serrano en cuestión se encontraría vinculado al área de influencia de la zona de Patones, donde se ubicaría un importante centro administrativo en época romana.
Al igual que sus hermanos en la zona norte, como Soto del Real, Colmenar o Manzanares, los orígenes del municipio parecen encontrarse durante la reconquista cristiana y luego con el Real de Manzanares, aunque según afirma su ayuntamiento, ya se encuentran restos arqueológicos previos en el Cerro de La Cabeza de origen visigodo, además de esta curiosa estela funeraria.
La estela de La Cabrera, que evidencia presencia romana en la zona en algún momento, ha sido estudiada por Javier del Hoyo, de la Universidad Autónoma de Madrid. Según el investigador, la estela se encuentra ubicada en el Convento de San Antonio, del siglo XII, adosada a la pared sur.
La estela funeraria está datada por el autor en el siglo I-II d.C., realizada en piedra caliza, y parece que su origen debe ser de la misma manera que en la estela funeraria del castillo de Manzanares el Real de origen desconocido y reutilizado en algún momento para la fabricación del templo religioso.
Al igual que el resto de estelas similares, reutilizadas para la construcción de edificios diversos (iglesias, castillos...) se encuentran muy desgastados y en muy mal estado.
La estela presenta dos superficies claramente definidas, según el estudio de Hoyo; en la parte superior aparece un relieve labrado en la piedra donde aparece un racimo de uvas y unas palomas picando en él, y en la parte inferior la dedicación epigráfica del fallecido que reza:
"A Gayo Valerio Marcelo, de sesenta y cuatro años".
La interpretación y valoración de la estela funeraria del municipio ha sido destacada por Javier del Hoyo, que afirma sobre la importancia y el motivo de su aparición lo siguiente;
"Resulta interesante y significativa la sola presencia de esta estela en la sierra norte de Madrid. Es la primera que aparece en La Cabrera, y evidencia la escasez de restos romanos en el entorno de esta zona de la sierra.
Muy cerca de La Cabrera, que se halla en el límite del conventus caesaraugustanus, pasaba una vía secundaria. Por su posición estratégica dominando todo el valle, debió ser un lugar de gran interés para el control del paso de gentes".
8) Alalpardo
La villa de Alalpardo se encontraba vinculado directamente al área de influencia de Complutum, posiblemente el núcleo de población más importante del Madrid romano, siendo la única de todas ellas dependiente directamente de esta capital romana.
Al igual que el resto de poblaciones de la zona, Alalpardo remonta sus orígenes históricas a época musulmana y posteriormente al medievo cristiano madrileño.
Sin embargo, la presencia de esa estela romana, que a diferencia del resto de estelas no se trata ni de una estela funeraria ni de una demarcación territorial, si no a un monumento de homenaje al emperador, evidencian que en época romana había presencia en esta zona, claramente vinculada a la cercana presencia de Complutum.
Según afirma el Ayuntamiento de Valdeolmos-Alalpardo, el municipio se ubicaba en la provincia Tarraconensis (una de las subdivisiones territoriales del alto imperio romano conjuntamente con la Lusitania y la Bética, con capital en Tarraco y que, en la zona de Madrid será sustituida en el bajo imperio romano por la Carthaginiensis) en un lugar estratégico, no solamente por su cercanía a Complutum, si no por estar ubicada en el camino de la Vía de Antonino, lo que explica la presencia romana en una zona tan estratégica como ésta, al igual que en el caso de La Cabrera.
Como resquicio de esta época destaca esta estela romana, llamada en la zona el “Árula de Alalpardo”, datada según el ayuntamiento en el Siglo I d.C. y ubicado, tras haberse encontrado en los muros de la Iglesia de San Cristóbal, actualmente junto a la fachada del Ayuntamiento.
Según el análisis del ayuntamiento, del investigador Joaquín Gómez-Pantoja y de Ruiz Trapero, la estela que, insistimos, destaca por no ser de la misma categoría que ninguna de las anteriores, se trata de un ara votiva caliza, en la que se puede leer;
"Consagrado al Numen por la salud y la victoria del César".
Por lo tanto, se trataría de una ofrenda dedicada al emperador y no una demarcación ni una estela funeraria, y ésta especificidad ha llevado a los autores a pensar que no es oriunda del municipio, si no que vendría de su zona de influencia, Complutum, siendo trasladada al municipio con posterioridad.
9) Collado Villalba
El municipio de Collado Villalba hunde sus raíces en la reconquista medieval cristiana de la zona y dependió, como tantos otros municipios locales del Real de Manzanares en la edad media.
Sin embargo, tal y como afirma el ayuntamiento local, los orígenes de Collado Villalba tienen un claro antecedente en época romana, dependiendo directamente de la cercana Vía de Antonino y, especialmente, del centro de Miaccum, que estaba ubicado en las cercanías del municipio y que evidencian la importancia del lugar y la presencia romana en la zona.
Para el ayuntamiento, Collado estaba ubicado en el camino de la calzada romana, y de todos ellos, conjuntamente con Cercedilla, sería uno de los lugares más romanizados de la sierra norte madrileña y con mayor presencia romana, por la importancia que las calzadas romanas tenían como lugares administrativos y control territorial.
Esta importancia y presencia romana en Villalba ( cuya toponimia, según el ayuntamiento, está vinculado a la época romana), se evidencia en restos romanos, como la estela romana mencionada, un ara religiosa, y varias tumbas romanas.
Según los datos de Daniel Jiménez Oya y de Ruiz Trapero, el ara romana se remontaría al siglo I d.C., y es de una traza y estilo muy similar a la encontrada en el castillo de Manzanares el Real.
La estela, de granito y conservada en el Museo Arqueológico Nacional, tiene dos partes diferenciadas; una parte superior, donde se puede ver, como en el caso manzanariego, un creciente lunar romano junto con dos árboles, y una parte inferior donde se encuentra el texto epigráfico, muy desgastado, donde se puede leer según Ruiz Trapero;
"Cantaber, del clan de los Elguismios, hijo de Lucio, con gran deseo lo consagró a Marte Magno por un voto".
Para Jiménez Oya habría una pequeña variación y afirma que el texto dice;
"Cantaber, hijo de Lucio, del clan de los Elguísmicos, cumplió de buen grado su promesa al Gran Marte".
En ambos casos parece que nos encontramos con otra variación de textos romanos en el norte madrileño conjuntamente con las estelas funerarias, las demarcaciones territoriales y la estela complutense votiva, y sería una dedicación religiosa a un templo romano dedicado al dios Marte.
Según Trapero, lo curioso y excepcional de la estela de Villalba, es que es de las pocas estelas romanas en Madrid dedicadas a Marte Magno o Gran Marte y se diferencia de otras estelas mencionadas.
10) Rascafría
El municipio de Rascafría no es diferente al resto de poblaciones de la sierra norte madrileña, y hunde sus raíces en la reconquista medieval cristiana de la zona, aunque a diferencia de otros municipios más ubicados al sur de la sierra, en este caso el municipio dependió, pese a los intentos de absorción del Real de Manzanares, del Sexmo de Lozoya de la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, hasta el siglo XIX cuando pasa a depender de la Provincia de Madrid.
Sin embargo, tal y como afirma el ayuntamiento local, los orígenes de Rascafría tienen un claro antecedente en época romana, dependiendo directamente de la cercana Vía de Antonino (en este caso ubicada al lado de la calzada romana de Cercedilla) y, especialmente, del centro de Miaccum, que estaba ubicado en las cercanías del municipio y que evidencian la importancia del lugar y la presencia romana en la zona, al igual que los casos de los cercanos municipios de Villalba, Cercedilla, o Collado Mediano.
En este caso se trata nuevamente de una estela funeraria, llamada el Epitafio de Lucio Acilio Maximino, se encontró y se encuentra ubicado en una cerca de la biblioteca del Monasterio de El Paular, datado del Siglo XIV, aunque es posible que, igual que en otros casos mencionados, no proceda de esta zona (como en los casos de La Cabrera o Manzanares), si no que fuera desplazada o trasladada al monasterio en algún momento.
Según los estudios, nuevamente, de Jiménez Oya y de Ruiz Trapero, la estela funeraria de piedra caliza, datada en torno a los Siglos I-II d.C., consta de dos partes diferenciadas; en la parte superior una decoración labrada en piedra que consiste en hojas de hiedra y un ancla, y en la parte inferior el texto epigráfico que afirma;
"Aquí yace Lucio Acilio Maximino, hijo de Máximo, de la tribu Quirina, muerto a los 33 años".
11) Torrelaguna
Otro lugar donde han aparecido restos de textos e inscripciones romanas en el norte de Madrid es el histórico pueblo de Torrelaguna.
Al igual que el resto de sus vecinos, Torrelaguna, según afirma su ayuntamiento, hunde sus raíces nuevamente en época medieval, aunque en este caso si tiene una continuada presencia romana.
El Ayuntamiento de Torrelaguna afirma que el municipio dependió históricamente de la localidad alcarreña de Uceda desde la época romana (si bien los especialistas Julio Mangas, Sandra Azcárraga y Gabriela Märtens afirman que dependía o, al menos, se localizaba en la zona o área de influencia administrativa de Patones) hasta la época medieval cuando, en 1390, el Rey Juan I de Castilla concede a Torrelaguna su independencia.
En Torrelaguna, como en éstos pueblos mencionados, la presencia romana es clara, pero especialmente aquí donde está atestiguada una presencia romana continuada y estable desde la época de fundación y hegemonía de la Uscelia romana. Por ello, no es extraña la presencia de restos epigráficos romanos en Torrelaguna.
La estela en cuestión, al igual que el ara votiva de Collado Villalba, es de contenido religioso y según el estudio de Ruiz Trapero, fue encontrada por Ángel de Ayala cerca del Pontón de la Oliva, y conservada en su domicilio particular a día de hoy, y se trata de un bloque de arenisca sedimentaria, de tipo vertical, muy erosionado y sin la decoración que caracteriza a otras estelas. Presenta un texto que reza;
"Consagrado a los Manes. Mercato, primogénito, se preocupó de hacerlo para su madre"
Aparece además el número XXX (30), que se presupone que sea la edad de Mercato, y está dedicado a un dios romano, a igual que el Marte Magno de Collado, en este caso está dedicado a los Manes, dioses familiares y domésticos, espíritus de antepasados, y protectores del hogar.
12) Talamanca del Jarama
Estas dos últimas estelas romanas, que al igual que las anteriores de Torrelaguna y Collado Villalba son de tipo votivo religioso, fueron halladas en el municipio de Talamanca del Jarama.
Quizá Talamanca, al igual que Torrelaguna o Cercedilla, sea de los municipios mencionados el que tiene una línea romana de continuación más clara y, de hecho, existe una evidencia clara del origen romano de Talamanca que justifica la amplia presencia de restos romanos en la zona, tales como hasta tres estelas romanas, presencia de poblamientos y restos romanos en la Plaza de la Constitución, y un puente romano, todos ellos de, en torno, al Siglo I-II d.C.
Según afirma el propio Ayuntamiento de Talamanca del Jarama, los orígenes históricos del municipio se remontan a época romana y, de forma mimética a su vecina Torrelaguna, se encontraría en la zona de influencia administrativa de Patones, y algunos especialistas e investigadores llegaron a afirmar que se trataba de la mítica Mantua Carpetana, a caballo entre la historia y la leyenda.
A su vez, Talamanca se encontraba también en la zona de influencia de la ya mencionada Vía de Antonino que la comunicaba con la cercana Complutum.
Al parecer, Talamanca llegó a ser en época imperial romana un enclave destacado e importante en el Madrid romano y una zona de paso entre la Sierra de Guadarrama a Toletum o la vecina y cercana Complutum, época de la cual se conservan la abundante cantidad de restos romanos mencionados, la importancia de la zona y la explicación de la abundante epigrafía romana en el municipio, bien conservado en la actualidad.
Posteriormente ocupada por los visigodos, se fundó una población importante en época musulmana, reconquistada por los cristianos.
La abundante presencia romana en la zona, por su cercanía al núcleo de Patones y Complutum, su ubicación en la Vía de Antonino y su importante ubicación como zona de paso con la sierra, provoca que se hayan encontrado hasta tres estelas romanas, de las cuales son dos las más conocidas y estudiadas por la ya mencionada Ruiz Trapero.
La primera de ellas, una estela votiva de tipo religioso actualmente en el Museo Arqueológico Nacional, consiste en un bloque de piedra caliza muy erosionado, mal conservado y fragmentado, simple, austero y sin decoración donde se puede leer únicamente un texto que dice;
"Consagrado a Marte. Caius Aburius Lupus cumplió gustosamente su voto".
La segunda estela votiva religiosa, mejor conservada y algo más elaborada que la anterior, se encuentra, según Ruiz Trapero, en el interior de la Iglesia de San Juan Bautista, el templo parroquial del municipio.
El bloque de piedra caliza, de divide en dos partes; una parte superior de forma redondeada con una pátera o plato redondeado de uso religioso-ceremonial, y un cuerpo inferior donde se encuentra el texto escrito, mejor conservado que el anterior, pero muy erosionado y deteriorado, que afirma;
"Consagrado a los Dioses Manes. Iulius Lusa ordenó ponerlo para Caecilius Cusa,
hijo de Eros".
Nuevamente esta estela votiva romana está dedicada, como en el caso de la estela de Torrelaguna, a los Manes, dioses familiares y domésticos, espíritus de antepasados, y protectores del hogar.
Según Cristina Jiménez Cano, habría una tercera estela romana en el municipio, encontrada en el muro del Ábside de los Milagros, conocido también como Morabito, en el extremo norte de la Plaza de la Constitución, tan desgastado y erosionado que es imposible leer las letras de inscripción.
Fuentes;
-Hispania Epigraphica. Dirigido por Joaquín Gómez-Pantoja. Departamento de Historia y Filosofia. Universidad de Alcalá de Henares.
-Ruiz Trapero, María. "Inscripciones Latinas de la Comunidad Autónoma de Madrid". Consejería de Educación, Comunidad de Madrid.
-Royo Martínez, María del Mar. "Testimonios escritos sobre la muerte en el Madrid Romano; inscripciones funerarias en el Museo Arqueológico Regional". Universidad Complutense de Madrid.
-Hernández Sousa, José Miguel. "Inscripciones Hispanorromanas en Colmenar Viejo y su comarca".
-Hernández Sousa, José Miguel. "Inscripciones Hispanorromanas en Colmenar Viejo y su comarca".
-Carrera, Enrique de. Martín, Alfonso, y Pérez, Amalia. "Las villas romanas de Madrid. Madrid en época romana". Ayuntamiento de Madrid.
-Aunión, J.A. "¿Dónde tenía que ir un madrileño del siglo I a pagar sus impuestos? Así era el Madrid romano". En "El País", 19/11/2017.
-Gómez Osuna, Rosario. "Los secretos del Castillo de los Mendoza". En "Revista El Real de Manzanares", Número 52, octubre de 2017.
-Ayuntamientos de Manzanares el Real, Colmenar Viejo, Galapagar, Cercedilla, El Escorial, Soto del Real, La Cabrera, Valdeolmos-Alalpardo, Collado Villalba, Rascafría, Torrelaguna, y Talamanca del Jarama.
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