martes, 19 de noviembre de 2019

La guerra justa contra los indios


Durante la primera mitad del siglo XVI, el imperio español se convulsionó con un profundo y tenso debate acerca de la actitud que los españoles debían seguir con respecto a la población nativa de las recién descubiertas tierras del continente americano. Por un lado, una serie de teólogos y frailes liderados por Montesinos, Las Casas o Vitoria apostaron desde el principio por la mera evangelización de los nativos, renunciar a ocupar sus tierras y deslegitimar el sistema de conquista, encomienda o guerra contra los nativos. Por otro lado, pensadores de la talla de Juan Ginés de Sepúlveda, al que frecuentemente se ha presentado como un ignorante encomendero, pero que en realidad era un brillante humanista y pensador, como bien refleja en su libro "Civilizar o exterminar a los bárbaros" Santiago Muñoz Machado, sostuvo la causa de las guerras justas contra los indios, no basadas, insiste Machado, en la legitimación de abusos y matanzas contra los indios, si no en el derecho natural de España de tomar esas tierras y civilizarlas.

Como afirma Alejandro Coroleu Lletget en su biografía para el Diccionario de la R.A.H., Sepúlveda fue un hombre de mundo y muy cultivado. Después de estudiar en Alcalá de Henares y  Sigüenza, marcha a vivir y trabajar a Italia, donde reside varios años, para recalar nuevamente en España, siendo preceptor de Felipe II en 1542, un año central como sabemos para la polémica de los indios pues, después de ser promulgadas las Leyes de Burgos de 1512, se aprobaron ese año las Leyes Nuevas de 1542 en las que el aún emperador Carlos V, sin duda influido por los argumentos contrarios a la encomienda de Montesinos y Vitoria y los escritos apocalípticos de los abusos españoles dibujados por fray Bartolomé de las Casas, deroga las encomiendas y suspende temporalmente las campañas de conquista en América.

Inmediatamente, Sepúlveda, que había oído como afirma Machado, los testimonios de la conquista de cronistas y conquistadores, se pone en marcha de cara a legitimar la presencia española en América y apenas dos años después, según afirma Lletget, en 1544 redacta su famosa obra "Democrates secundus" que, sin embargo y como afirman Lletget y Muñoz Machado, jamás llegará a publicarse en vida por la oposición de los frailes contrarios a la encomienda como Las Casas que, recordemos, dos años antes, en 1542, año de las leyes indianas, había redactado un primer borrador del que sería su famoso texto, "Brevísima relación de la destrucción de las indias", en el que, sin entrar en elaboraciones teóricas o filosóficas sobre la legitimidad de la guerra contra los indios como sí había hecho el padre Vitoria, relata el panorama de los abusos españoles.

La culminación del enfrentamiento entre Las Casas y Sepúlveda se produce en la famosa "Controversia de Valladolid", una reunión de teólogos y juristas celebrado en dicha ciudad entre 1550-1551 y en la que se enfrentaron ambos representantes, sin un resultado claro para ninguno. A pesar de ello, la fama y el éxito alcanzó en este terreno a Las Casas, cuyos textos fueron publicados y su versión se impuso, a diferencia de Sepúlveda, que no pudo ver su obra cumbre en este terreno, el "Democrates Secundus" publicado y sus visiones de la guerra justa contra los indios, desvalorizadas. En dicho libro, del que os dejamos algunos extractos, el pensador español afirmaba que;

"¿Dudaremos en afirmar que estas gentes tan incultas, tan bárbaras, contaminadas por tan nefandos sacrificios e impías religiones, han sido conquistados por Rey tan excelente, y por una nación excelente en todo género de virtudes, con el mejor derecho y mayor beneficio para los propios bárbaros? Antes de la llegada de los cristianos, tenían la naturaleza, costumbres, religión y práctica de nefandos sacrificios.

Aquellos cuya condición natural es tal que deban obedecer a otros, si rehúsan su imperio y no queda otro recurso, sean dominados por las armas, pues tal guerra es justa según opinión de los más eminentes filósofos.

Este es, pues, el proceso lógico de la guerra; primeramente que se declare, amonestar a los bárbaros a que acepten los grandes beneficios del vencedor; si los bárbaros piden tiempo para deliberar, se les debe conceder cuanto sea necesario. Si después de instruidos de este modo cumplen nuestras órdenes, han de ser administrados en la fe y se les ha de conceder condiciones de paz justa , pero si rehúsan con pertinacia tomar parte en la conferencia y se preparan para resistir, al ser derrotados, tanto ellos como sus bienes caerán en poder del príncipe vencedor.

Si es lícito y justo que los mejores y que más sobresalen por naturaleza, costumbres y leyes imperen sobre sus inferiores, bien puedes comprender, si es que conoces la naturaleza y moral de ambos pueblos, que con perfecto derecho los españoles ejercen su dominio sobre esos bárbaros del Nuevo Mundo, los cuales son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los varones, los crueles a los mansos, los intemperantes a los moderados".

Fuentes;

-"Civilizar o exterminar a los bárbaros". Santiago Muñoz Machado.

-"Biografía de Juan Ginés de Sepúlveda". Alejandro Coroleu Lletget para el Diccionario de la R.A.H.

-"Democrates secundus". Juan Ginés de Sepúlveda.

-"Brevísima relación de la destrucción de las indias". Bartolomé de las Casas.

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