Estaba con nosotros un capadocio, corpulento, muy valiente y fuerte de veras: podía con un toro embravecido. Este hombre echa mano a su espada, se lanza decidido a la calle, con su mano izquierda debidamente protegida, y traspasa a una de esas furias por aquí (¡el cielo guarde lo que toco!), en pleno estómago. Oímos un gemido, aunque, a decir verdad, a ellas no las vimos. Nuestro héroe, volviendo dentro, se dejó caer en una cama: tenía el cuerpo todo morado, como herido a latigazos: evidentemente una mano maligna había caído sobre él.
Nosotros, cerrando la puerta, volvemos a velar el muerto; pero al tocar la madre a su hijo para abrazarlo, se encuentra con un manojo de paja. No tenía corazón, ni intestinos, ni nada: evidentemente las Estrigas habían robado al niño y habían puesto en su lugar un muñeco de paja. Os lo aseguro, debéis creerme: hay mujeres con dotes extraordinarias, hay brujas nocturnas que trastornan todo lo habido y por haber. En cuanto a nuestro fornido gigante, ya nunca más recobró su color natural, y pocos días después se murió de un ataque epiléptico".
Petronio. El Satiricón. Recogido en "Sub luce maligna", de Gonzalo Fontana Elboj.
"Yo te conjuro por el gran dios Osiris y por los Anterotes y por el que tiene el halcón sobre la cabeza y por las siete estrellas.
Que, desde el momento en el que entierro esta tablilla en la tumba, Sextilio, el hijo de Dionisia, se abrase enloquecido, que no duerma, ni repose ni hable, sino que solo me tenga a mí en los pensamientos, a mí, Séptima, la hija de Amena".
"Sub luce maligna", de Gonzalo Fontana Elboj.
"Padre Plutón, divina Prosérpina, perros del orco, fogoneros del infierno, espíritus rompehuesos del infierno, larvas, furias, locuras, aves nocturnas, aves arpías, ortigias, Virga, quimera, geriones, sirenas, Circe, gigantes, esfinge, a todos vosotros se os ruega y a vosotros se os pide y suplica, deidades de los dioses infernales, los que estáis escritos más arriba.
Que a esa tal Cecilia Prima (o cualquiera que sea su nombre), tú, padre Plutón, la hagas enfermar, la ataques con un mal dolor y te la lleves contigo".
"Sub luce maligna", de Gonzalo Fontana Elboj.
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