"Yo mismo confieso que me consta que algunas brujas creen haber estado en el Sabbat y visto allí ciertas cosas, a pesar de no haberse movido de su sitio, y de tratarse únicamente de una ilusión. Pero de ahí sólo se puede inferir que en ocasiones se equivocan y dicen que han estado en dicho lugar sin haberse movido del sitio. Y de eso no se puede concluir que siempre les ocurra lo mismo y que ni van ni han ido nunca corporalmente hasta allí, puesto que eso ocurre, y por diversas razones.
La primera es que la mayoría de las veces Dios permite, a causa de nuestros pecados, que los convenios suscritos con el Diablo sean observados punto por punto, de forma que éste los transporta realmente en cuerpo y alma con el permiso de Dios. Sin embargo, algunas veces el Diablo impide las transportaciones, como ocurre cuando los jueces, empujados por alguna perniciosa curiosidad, pretenden realizar semejantes ensayos, para de esta forma confundirlos en la pena que deben imponer para semejante pecado, y prácticamente cegarlos.
Y, no obstante, para que se crea que la transportación no es real, que se trata tan sólo de una ilusión, a veces deja el cuerpo de la bruja, no el cuerpo verdadero, sino una figura, un simulacro de éste. La otra razón es que cualquiera que sea el convenio y pacto expreso que el Diablo haya alcanzado con cualquier persona, lo rompe y viola con toda facilidad cuando ello le resulta útil.
Ahora bien, la utilidad que saca dejándolos en el mismo lugar en vez de transportarlos cuando hace semejantes ensayos, le viene dada porque mediante esa estratagema persuade a los jueces de que la transportación no es real, impidiendo así la aplicación de la Justicia.
Así pues, lo cierto es que a veces las brujas acuden al Sabbat en ensueño y por ilusión, pero que también acuden en otras ocasiones de forma real".
"Tratado de brujería vasca". Pierre Lancre.
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