“La magia ha sido objeto de una valoración cultural más bien positiva. Para utilizar las fuerzas naturales, minerales y vegetales es preciso poseer conocimientos que no están al alcance de todos”.
Curandera, partera y bruja venían a ser palabras sinónimas. El hecho no tiene por qué extrañarnos. Durante siglos, la medicina fue privilegio de las élites, en las ciudades a la disposición de las gentes acomodadas aunque también de los pobres. Lo que separa a la magia de la hechicería y brujería es cultural; la magia es ciencia, la hechicería y la brujería, es superstición.
Lo que encontramos en la corona de Castilla son supersticiones, hechicería y brujería, pero sin la parafernalia del aquelarre. De los casos de brujería en el reino de Toledo se desprende; hay muchos casos de hechicería (adivinación, conjuros, curanderismos, supersticiones…), pero ninguno de brujería o satanismo y por ello, las sentencias de la Inquisición fueron siempre moderadas”.
"Historia de la brujería en España". Joseph Pérez
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