"Hay en efecto una pasión viril y legítima por la igualdad, que excita a los hombres a querer ser todos fuertes y estimados. Esa pasión tiende a elevar a los pequeños al rango de los grandes; pero se encuentra también en el corazón humano un gusto depravado por la igualdad, que inclina a los débiles a querer atraer a los fuertes a su nivel, y que conduce a los hombres a preferir la igualdad en la servidumbre a la igualdad en la libertad.
No es que los pueblos cuyo estado social es democrático desprecien naturalmente la libertad. Tienen por el contrario un gusto instintivo por ella. Pero la libertad no es el objeto principal y continuo de su deseo; lo que aman con amor eterno, es la igualdad; se lanzan hacia ella por impulsión rápida y por esfuerzos súbitos, y si no logran el fin, se resignan; pero nada podría satisfacerles sin la igualdad, y desearían más perecer que perderla.
Los pueblos democráticos quieren la igualdad en todas las épocas; pero hay algunas en que llevan este deseo hasta el extremo de una pasión violenta.
Los hombres se precipitan entonces hacia la igualdad como si fuera una conquista y se unen a ella como a un bien precioso que se les quisiese arrebatar. La pasión de la igualdad penetra por todas partes en el corazón humano, se extiende en él y, por decirlo así, lo ocupa por entero; y aunque se diga a los hombres que entregándose tan ciegamente a una pasión exclusiva comprometen sus más caros intereses, no lo escucharán.
Creo que los pueblos democráticos tienen un gusto natural por la libertad: abandonados a sí mismos, la buscan, la quieren y ven con dolor que se les aleje de ella. Pero tienen por la igualdad una pasión ardiente, insaciable, eterna e invencible; quieren la igualdad en la libertad, y si así no pueden obtenerla, la quieren hasta en la esclavitud; de modo que sufrirán pobreza, servidumbre y barbarie, pero no a la aristocracia.
Quiero imaginar bajo qué rasgos nuevos el despotismo podría darse a conocer en el mundo; veo una multitud innumerable de hombres iguales y semejantes, que giran sin cesar sobre sí mismos para procurarse placeres ruines y vulgares, con los que llenan su alma.
Retirado cada uno aparte, vive como extraño al destino de todos los demás, y sus hijos Y sus amigos particulares forman para él toda la especie humana: se halla al lado de sus conciudadanos, pero no los ve; los toca y no los siente; no existe sino en sí mismo y para él sólo, y si bien le queda una familia, puede decirse que no tiene patria".
"La democracia en América". Alexis de Tocqueville.
"Dos especies hay de revolucionarios : los unos desean la revolución con la libertad y son pocos en número: los otros aman la revolución con el poder, y forman inmensa mayoría.
Nos hacemos ilusión: creemos de buena fe que la libertad es nuestro ídolo, pero es un error.
La igualdad y la gloria son las dos pasiones vitales de la patria. Nuestro genio es el genio militar, la Francia es un soldado.
Se han apreciado las libertades tanto, cuanto se hallaban en oposición contra un poder que no se amaba , y que parece tenía por tarea contrariar las ideas nacionales: abatido este poder, obtenidas estas libertades, ¿quién pasa cuidado de ellas, sino yo y un centenar de beatos de mi especie?
Por causa del más pequeño motín , que no está en el sentido de su opinión , o del más leve arañazo en un periódico, el más fiero partidario de la libertad de la prensa invoca en voz alta o baja la censura.
¿Creéis que esos doctores que nos demostraron en otro tiempo la excelencia de las leyes de excepción, después que se enamoraron de la libertad de la prensa cuando cayeron, que hoy día se glorian de haber combatido siempre en favor de las libertades, creéis que no se inclinan a su primera ternura por una sabia libertad, expresión que en su boca significa libertad de librea ministerial, con la cadena y la placa en el cuello, transformada en portero de la cámara?
¿No se les oye repetir el antiguo adagio de importancia: Es imposible gobernar asi?".
"Ensayo sobre las revoluciones". François-René Chateaubriand.
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