“El esquema edad antigua-edad media-edad moderna es, en su forma primitiva, una creación del sentimiento semítico que se manifiesta primero en la religión pérsica y judía y que adopta la forma de una historia universal en las religiones pos cristianas de oriente.
En esta imagen del mundo, aparecen la edad antigua y la edad moderna como la oposición, entonces tan obvia, entre pagano y cristiano, antiguo y oriental, y esta oposición se alarga y se transforma en una concepción temporal, en un proceso de superación del uno por el otro.
Toda existencia, ya sea activa, ya sea contemplativa, camina por época hacia su perfeccionamiento. Todo lo que sabemos del hombre se agrupa claramente en dos grandes edades.
Los límites entre los cuales vemos encerrada la primera edad son, ese gran recodo del sino planetario, que llamamos hoy principios de la época glacial, y de otra parte, el comienzo de las grandes culturas a orillas del Nilo y del Éufrates, que señala un cambio súbito de sentido en la existencia humana.
La primera edad es la de la cultura primitiva. La cultura primitiva era algo fuerte y conjunto, lleno de vida y eficacia, pero tan diferente de las posibilidades psíquicas que atesoramos nosotros, hombres de una cultura superior. El hombre vivía entonces en muy escaso número de pequeños grupos.
Esta cultura primitiva constituye el fondo de donde súbitamente nacen la cultura egipcia y la babilónica. La aparición súbita del tipo de la gran cultural dentro de la historia humana, es un accidente casual cuyo sentido no podemos comprobar.
Pero el hecho de que ante nosotros se ofrece el espectáculo de ocho grandes culturas, nos permite hacer un estudio comparativo y nos da un conocimiento que se extiende hacia atrás y hacia adelante.
Esta imagen del mundo humano está destinada a deshacer el esquema edad antigua-edad media-edad moderna, esquema que todavía perdura en los mejores espíritus. Y ante ella resulta posible dar una contestación nueva a la vieja pregunta, ¿qué es la historia?”.
"La decadencia de occidente". Oswald Spengler.
"¿Se repite la historia? En nuestro mundo occidental de los siglos XVIII y XIX solía discutirse este problema como ejercicio académico. Llegaron a creer que nuestra sociedad occidental estaba fuera de la posibilidad de caer en esos errores y desventuras que han sido la ruina de ciertas otras civilizaciones cuya historia, desde el principio al fin, es un libro abierto.
¿Nos ofrece la historia alguna información sobre nuestras propias perspectivas? ¿Y si la ofrece, cuál es su leitmotiv? ¿Nos revela un destino inexorable que debemos aguardar con los brazos cruzados, resignándonos de la mejor manera a una fatalidad que no podemos eludir, ni siquiera modificar, mediante nuestro propio esfuerzo?
¿O no nos habla de certezas, sino de probabilidades, o de meras posibilidades, en nuestro futuro?
Como observamos al comienzo de este ensayo, el mundo occidental se ha llenado, más bien súbitamente, de ansiedad por su propio futuro.
Una ojeada al panorama histórico, a la luz de nuestros conocimientos actuales, muestra que hasta ahora la historia se ha repetido unas veinte veces al producir sociedades humanas de la especie a que pertenece nuestra Sociedad Occidental; y muestra asimismo que, con la posible excepción de la nuestra, todos estos representantes de la especie de sociedades llamada "civilización” ya han muerto o agonizan.
¿Nos está también reservada, a nuestra vez, ese esquema de declinación y caída, como un sino al que ninguna civilización puede tener esperanzas de escapar?
En mi opinión, la respuesta debe ser rotundamente negativa. Raras veces, o nunca, el esfuerzo por crear una nueva manifestación de vida triunfa en el primer intento. La creación no es empresa tan fácil.
Arriba victoriosamente a sus triunfos últimos a través de un proceso de ensayo y error; y el fracaso de las experiencias anteriores, por consiguiente, lejos de condenar a las experiencias siguientes a que a su vez fracasen, les ofrece efectivamente la oportunidad de triunfar mediante la sabiduría que se logra con el sufrimiento.
Es claro que una serie de fracasos anteriores tampoco asegura el éxito del próximo en ensayar, así como no lo condena a fracasar. Nada impide que nuestra Civilización Occidental siga los precedentes históricos, si así lo prefiere, y cometa un suicidio social.
Pero no estamos condenados a hacer que la historia se repita; está abierta ante nosotros la posibilidad de dar en nuestro caso a la historia, con nuestros propios esfuerzos, un giro nuevo y sin precedentes".
"La civilización puesta a prueba". Arnold J. Toynbee.
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