jueves, 20 de febrero de 2025

Pobreza y mendicidad; miradas históricas

 


1) ¿De qué hablamos?

El debate sobre la pobreza y la  mendicidad es un elemento transversal a lo largo de la historia de la humanidad moderna. Obviamente, el debate ha tomado cuerpo de forma muy diferente en función de los tiempos y los discursos. Ya no se habla de mendicidad como un elemento generalizado en la sociedad, o como un mal, ni de la limosna y la caridad ni como un deber cristianos ni como una obligación del estado.

Pero, ¿qué o quiénes  son los pobres y marginados, al menos tal y como se entendía antiguamente?

Dan la respuesta a ello Antonio Domínguez Ortiz y Alfredo Alvar en su libro “La sociedad española en la edad moderna”, cuando afirman que “todo aquel que vive fuera de un orden social constituido, bien codificado, es un marginado”, reconociendo dentro de ellos una variada categoría de marginados sociales, económicos, intelectuales y morales.

Y frente a este sector social, más o menos numeroso, más o menos abundante desde el final del Medievo, ¿qué hacer?


2) Un pionero del humanismo español

El primer español en abordar el espinoso tema de la pobreza fue el filósofo valenciano y pionero del humanismo renacentista, Juan Luis Vives.

Según afirma en su biografía del pensador español el historiador José Luis Abellán, Vives tuvo una complicadísima vida familiar que, sin duda alguna, debió atormentarle. Descendiente de padres judíos que fueron quemados (en vida y muerte), Vives sale muy pronto de su patria natal (aunque, como afirma su también biógrafo Luis Frayle Delgado “nunca renunció a ser español, sino que conservó un grato recuerdo de su país”) para no regresar.

Prosiguen  Abellán y Frayle Delgado afirmando que tras estudiar en París, marcha a Brujas, gran centro comercial e intelectual del periodo, donde escribe su obra luego mencionada, “El socorro de los pobres” en 1526, y donde reside la mayor parte del resto de su vida, excepción hecha de un breve paso en Inglaterra.

Entre éstos tres grandes centros europeos, Vives es conocido y admirado y consigue tomar contacto con las mentes más claras del mundo humanista del momento, como Guillermo de Croy, Erasmo de Rotterdam, Tomás Moro y nada menos que el propio rey Enrique VIII de Inglaterra. En contacto con tantos grandes pensadores, este pionero del humanismo español, aunque poco tiempo pasa en España, se nutre de una  mente filosófica que dota de gran importancia a la razón y el saber, mostrándose critico en todo momento con todo aquello que percibe injusticias.

Precisamente, la pobreza y mendicidad, formaron parte de sus grandes preocupaciones vitales y, como dijimos, a ellas dedica su “Socorro de los pobres”.

Para Vives, para empezar, pobre es definido como “todo el que necesita de la ayuda ajena y misericordia, en griego se dice limosna que no consiste solamente en el hecho de dar dinero, sino en toda obra por la que se alivia la indigencia humana”.

A continuación, Vives se muestra muy duro en su definición de los diferentes tipos de pobres y mendigos, a los que caracteriza;

“Piden con arrogancia y en los momentos más inoportunos. Pasan por entre la multitud apiñada con sus repugnantes llagas, despidiendo un hedor fétido por todo su cuerpo. Les importa un bledo transmitir la virulencia de su enfermedad”.

En Vives perviven dos mundos; una concepción medieval católica de la pobreza como bendición, querida por Dios, pero a la vez, una concepción moderna renacentista de erradicación de la pobreza y los pobres, como un elemento indigno. Esto es, deben aceptar con resignación su destino, pero el Estado, debe poner todos los medios por erradicarlo  y controlarlo rigurosamente.

Para ello, Vives se centra en dos argumentos;

El primero, la necesidad de controlar la pobreza para controlar las enfermedades;

“No deben descuidar estas cosas los gobernantes, tanto para prevenir las enfermedades, como para que no se propaguen a los demás”.

El segundo, la necesidad de llevar un estricto control de los pobres en hospicios y hogares;

“Visiten cada una de esas casas dos senadores y tomen nota y hagan balance de los que allí son atendidos. Los que padezcan pobreza en sus casas, sean censados”.

Y así, poder forzarlos a trabajar e integrarlos en la sociedad a la fuerza, mas por dignidad de ellos que por crueldad;

“Que cada uno coma su pan ganado de su trabajo. Que no haya entre los pobres ningún holgazán que por su edad y salud pueda trabajar. No se ha de permitir que nadie viva ocioso en la ciudad.

A los nativos se les ha de preguntar si saben algún oficio. Los que no saben ninguno, si están en edad apta para el trabajo se les enseñara aquél para el que dicen tener mayor inclinación. No faltaran talleres donde se admita a todos estos pobres.

Los que están sanos y se quedan pegados como zánganos en los hospitales deben salir y ser enviados a algún trabajo”.

Es una postura, la de Vives, pues ambivalente; defiende en sus texto a la vez la necesidad cristiana del socorro, la caridad y la misericordia, al mismo tiempo que considera de forma negativa a la pobreza y propone erradicarla.

Un debate que se retomará apenas 20 años más tarde, y en esta ocasión en el corazón mismo de la fábrica intelectual más importante de la España imperial; la Escuela de Salamanca.


3) El gran debate renacentista español

La Escuela de Salamanca fue el gran foco irradiador de la cultura y el pensamiento español renacentista. Contrariamente a lo afirmado durante décadas, el siglo XVI  español durante el auge del imperio español no fue un desierto intelectual.

Grandes nombres aparecieron ahora para las glorias españolas, como Francisco de Vitoria, Francisco Suárez, Juan de Mariana, Juan de Robles o Domingo de Soto alcanzaron fama y gloria y la mayoría de ellos estudiaron y enseñaron en la Universidad de Salamanca, convertida en un lugar de formación y cultura no solo española, sino europea.

Debates sobre la autoridad del rey, los justos títulos, la moneda, los derechos de los indios o el debate sobre la pobreza protagonizaron el periodo, generalmente ignorado por la opinión pública actual.

Este último debate, el de la pobreza, se convirtió, junto a los derechos de los indios en el gran debata renacentista de la Escuela de Salamanca.

El primero en aportar su grano de arena a esta controversia fue el religioso dominico segoviano Domingo de Soto. Según afirma su biógrafa, la historiadora María del Pilar Cuesta Domingo, Soto estudia Teología y Artes en París, para posteriormente, ejercer como profesor de letras en la prestigiosa Universidad de Alcalá primero, y posteriormente en Burgos y finalmente alcanza su cumbre intelectual como docente fijo en la aun más prestigiosa Universidad de Salamanca, foco intelectual de la España imperial.

Soto, desde su cátedra intelectual, participará en los grandes debates de la época, como los derechos de los indios, o la pobreza, donde se implica de una forma más directa a través de la publicación de su libro “La causa de los pobres”  en Salamanca en 1545.

Soto arranca su trabajo afirmando que lo escribe en respuesta a las peticiones de las Cortes de  Valladolid de 1523 y las Cortes de Madrid de 1528 sobre la pobreza.

A continuación, como hacen muchos intelectuales antes y después, Soto hace una distinción de pobres;

“Hay diferencia entre los vagabundos baldíos y holgazanes que no siendo pobres, andan pidiendo limosna, y los que siendo legítimamente pobres, andan fuera de sus tierras natales pedir por todo el reino”.

Una vez hecha esa salvedad, Soto entra en harina de polémica proponiendo su tesis central;

“Empero, los pobres tienen siempre derecho en cualquier necesidad, a pedir limosna. Ninguna ley puede prohibir a los pobres ni hacerles raya a pedir limosna.

Con cualquier fuerza Su Majestad obligase a cualquier ciudad a mantener suficientemente sus pobres, luego que la ciudad no lo hiciese, quedaban los pobres libres para ir donde quisiesen a buscar su remedio”.

En estas líneas parte en dos el consenso renacentista anterior y posterior sobre la pobreza; tanto antes que él Luis Vives como después Juan de Robles y otros, consideran la mendicidad y la pobreza indigna y digna de ser erradicada. Por el contrario, Soto enarbola la bandera del libre derecho individual de la persona de buscarse su destino, si es necesario, a través de la limosna y la mendicidad de los pobres y nadie tiene derecho a coartar esa libertad.

Derecho a la pobreza contra erradicación de la pobreza.

El texto breve de Domingo de Soto cae como una bomba en la Escuela de Salamanca y muy pronto, el mismo año, otros religiosos e intelectuales reaccionan con dureza a Soto, iniciándose formalmente el “gran debate de la pobreza”.

En ese debate, Soto tendrá como contendiente principal al religioso e intelectual benedictino vallisoletano Juan de Robles de Medina.

Según afirma su biógrafo, Ernesto Zaragoza Pascual, Juan de Robles tendrá una vocación claramente religiosa desde muy temprano, ingresando como benedictino en el Monasterio-Santuario de Nuestra Señora de Montserrat, donde su también biógrafo José María Alonso Seco afirma que debió haberse formado en Teología y Filosofía.

A partir de Montserrat, la carrera religiosa de Juan de Robes según Zaragoza Pascual se amplía como abad de numerosos monasterios  por toda España, especialmente en los de Salamanca, donde conoce de cerca el debate que la Escuela de Salamanca y otros han abierto sobre la pobreza y la mendicidad, y ciudad donde publica su famoso texto “De la orden que en algunos pueblos de España se ha puesto en la limosna”, en 1545, poco después que la obra de Soto y en respuesta a ésta.

La obra de Robles es una respuesta clásica que recupera las ideas de Luis Vives y se alinea con éste en su tesis de la indignidad de la mendicidad.

En el Prólogo de su texto, afirma Robles que;

“El forzoso mendigar de estos pobres es argumento de poca caridad y misericordia en los ricos y ocasión de grandes males y trabajos en los mismos pobres, quiso Dios que su pueblo tuviese de esto especial cuidado y que diesen orden como los que fuesen pobres fuesen socorridos sin que tuvieran necesidad de mendigar, pues el mendigar no es otra cosa sino un público pregón  que los pobres dan de la poca compasión y poca misericordia que de ellos tienen los ricos”.

A continuación, Robles expone varios puntos más detallados de su teoría;

“Primero. Que se tenga mucho cuidado que ningún pobre verdadero tenga necesidad de andar públicamente mendigando. Y que para esto se les de lo que es menester en sus estancias.

Segundo. Que ningún pobre aunque sea extranjero se excluya de la limosna; antes si viniese enfermo sea curado hasta que sane.

Tercero. Que esta limosna no se dé fuera de extrema necesidad a los que no comulgan.

Cuarto. Que no se dé limosna a gente ociosa y vagabunda que pueda trabajar; antes estos deben ser por las justicias corregidos y compelidos a que trabajen y ganen por sí de comer. Que a los que pueden y no quieren ganar de comer no se les den las limosnas.

Quinto. Que de lo que sobrare después de remediados los que justamente mendigaran se provean según la posibilidad de la limosna.

Sexto. Que para hacer las obras pías, haya dos maneras de recoger las limosnas; una pública la cual sea la que cada uno quiere dar luego. La otra sea secreta para la cual haya cepos públicos en algunas Iglesias.

Séptimo. Que para administrar este negocio se elijan personas sin necesidad y de buena conciencia “.


Vemos como del tono y las medidas duras de Luis Vives al asistencialismo de Robles, el lenguaje y la actitud parece que, poco a poco se va suavizando.

Un tono cada vez más humano y menos restrictivo que entroncará ya en el siglo XVIII con una ilustración reformadora, donde ya no vale con encerrarlos o esconderlos de la sociedad, como proponían los renacentistas, si no recogerlos para darles dignidad, y una vez allí, reeducarlos con objeto de reinsertarlos en el cuerpo útil de la sociedad, como era el afán de la ilustración; crear una sociedad de hombres útiles y libres.

Quizá con un exceso de celo y utopía, de la cual no estaban exentos ninguno de los grandes proyectos que hemos visto.


Publicado en; https://www.xn--elespaoldigital-3qb.com/pobreza-y-mendicidad-tres-miradas-historicas/


Bibliografía

- “La sociedad española en la edad moderna”. Antonio Domínguez Ortiz y Alfredo Alvar.

-“Biografía de Juan Luis Vives”. José Luis Abellán. Diccionario biográfico R.A.H.

-“Juan Luis Vives”. Estudio de Luis Frayle Delgado.

-“El socorro de los pobres”. Juan Luis Vives.

-“Biografía de Domingo de Soto”. María del Pilar Cuesta Domingo. Diccionario biográfico R.A.H.

-“La causa de los pobres”. Domingo de Soto.

-“Biografía de Juan de Robles de Medina”. Ernesto Zaragoza Pascual. Diccionario biográfico R.A.H.

– “De la orden que en algunos pueblos de España se ha puesto en la limosna”. Juan de Robles.

-“La prohibición de la mendicidad”. José María Garrán Martínez.

-“Juan de Robles; un reformador social en época de crisis”. José María Alonso Seco.

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