jueves, 28 de noviembre de 2019

La manipulación electoral



"Entre nosotros reina la farsa en toda su desnudez, una farsa completa, especial y exclusiva de las elecciones españolas. Lo mismo si el sufragio es universal que restringido, nunca hay más que un solo y único elector: el ministro de Gobernación. Este, con sus gobernadores de provincia y el innumerable ejército de empleados de todas clases, sin excluir los altos dignatarios de la magistratura y del profesorado, prepara, ejecuta y consuma las elecciones, de cualquiera especie que sean, desde el fondo de su despacho, situado en el centro de Madrid.

Para hacer las listas de electores se ponen en ellas algunos nombres verdaderos perdidos entre una multitud de imaginarios, y sobre todo de difuntos. La representación de estos últimos se da siempre a agentes disfrazados de paisano para ir a votar. El autor de estas líneas ha visto repetidas veces que su padre, fallecido hace ya algunos años, iba a depositar su voto en la urna bajo la figura de un barrendero de la ciudad o de un sabueso de policía, vestido con un traje prestado.

Los individuos que componen las mesas de los colegios electorales presencian muy a menudo semejantes transmigraciones de las almas de sus propios padres. Ha habido listas electorales en las que apenas figuraba el décimo del total de electores, y aun la mayor parte de los nombres inscritos en ellas eran imaginarios o pertenecían a personas difuntas.

Este sistema de elecciones por medio de la resurrección de los muertos y los agentes de policía disfrazados de electores no es, sin embargo, el peor de los medios empleados para falsear el sufragio por nuestros pretendidos defensores del parlamentarismo y del sistema representativo. 

Apresurémonos a decir que, ordinariamente, no se detienen en esas apariencias de humano respeto, y que lo que hacen es pura y sencillamente aumentar el número de votos emitidos hasta tener asegurada la elección del candidato adicto. En este terreno traspasan con frecuencia los  límites de lo grotesco y, de lo inverosímil".

 
"España tal cual es". Valentín Almirall.

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