domingo, 24 de noviembre de 2019

Narciso Perales; del gobierno civil a la oposición al franquismo


1) Los inicios políticos de un falangista convencido.

Narciso Perales, oriundo de la Línea de la Concepción-Cádiz, con 18 años marcha a Cádiz para cursar  sus estudios de medicina entre 1932 y 1933, donde se inicia en política como “directivo” del llamado Partido Nacionalista Español-Legionarios de España, un partido de tipo ultraderechista y ultra nacionalista, que contaba con su brazo armado, los Legionarios de España,  o “Legionarios de Albiñana”, uniformados de forma paramilitar, y cuyo carácter conservador y monárquico le hacían más cercano a los tradicionalistas y monárquicos.

Posteriormente, Perales pasa a Sevilla con 19 años entre 1933-1934, como alumno interno en el Hospital Clínico de Sevilla, continuando su militancia política primero en grupos “pre-falangistas”, mediante la redacción y distribución de “hojas subversivas” y luego ya, a partir de octubre, cuando se funda formalmente Falange Española en el Mitin del Teatro de la Comedia de Madrid, se afirma que alcanza un acuerdo con Sancho Dávila, primo de José Antonio Primo de Rivera, y que fue encomendado por éste para organizar los primeros núcleos falangistas en Sevilla y Cádiz.

En Sevilla, y conjuntamente con Sancho Dávila, organizador de los primero núcleos falangistas en la provincia, y su gran amigo Juan José Domínguez, Narciso Perales inicia una gran actividad política y cultural entre 1933-1936, los años del bienio radical-cedista y de auge e inicio de actividad del movimiento falangista en España. 

En el siguiente curso de 1934-1935, Narciso Perales se encuentra ampliamente implicado en la Falange sevillana, hasta el punto de sufrir numerosos encarcelamientos por sus enfrentamientos con células comunistas en las calles y en las aulas universitarias al frente del S.E.U. falangista, en una de las cuales se vio violentamente inmerso, los llamados Sucesos de Aznalcóllar del  30 de abril de 1935, cuando el dirigente de la Falange sevillana, Sancho Dávila, reúne a unos 20 falangistas sevillanos que, en varios coches se dirigen el día 30 de abril de 1935 por la tarde al municipio de Aznalcóllar al mando de los falangistas Manuel Ruiz Arenado y Manuel García Míguez, resultando en un tumulto armado con varios muertos, a raíz de lo cual, Perales y sus compañeros son detenidos y encarcelados durante varios meses.

El juicio finalmente se celebra a inicios de octubre de 1935, y después de pasar más de cinco meses en prisión por estos sucesos, Narciso Perales y otros 8 compañeros suyos son liberados de la cárcel, en gran medida gracias  a la acción legal de José Antonio Primo de Rivera, que no solo agradece con la absolución a sus camaradas sevillanos por la acción de Aznalcóllar, si no que decide homenajearlos y reconocer su valor dentro de su organización, Falange, a través de uno de los organismos internos existentes en la organización, la llamada Junta Central de Recompensas y Distinciones, que le concede a Perales la Palma de Plata

Los ánimos caldeados en la Sevilla pre-bélica con las milicias comunistas locales, le obligan a exiliarse en el curso de 1936 inicialmente a Valladolid, con 21 años de edad, integrándose en la falange vallisoletana de Onésimo Redondo, donde se verá obligado a tomar el cargo de la Jefatura Provincial de Valladolid de Falange Española de las JONS, y nuevamente vuelve a ser detenido por las autoridades republicanas el 2 de mayo de 1936, siendo encarcelado nuevamente otros 2 meses más, hasta el 12 de julio de 1936, apenas una semana antes del inicio de la guerra civil española. Tras ser excarcelado el 12 de julio de 1936 se traslada a Granada, donde establece contacto con la organización falangista, inmersa ya en la preparación del golpe militar del 18 de julio de 1936.

Durante los primeros días y semanas del golpe, Perales participa primero en la toma de Granada y en el Frente de Granada en el bando nacional, para pasar después en octubre de 1936 a Córdoba como Delegado Extraordinario de la Jefatura Territorial, y en 1937 es trasladado a Salamanca por orden de la Junta de Mando, para formar parte de una Comisión que estudiara la organización de los sindicatos, donde le sorprende, en abril de 1937, los Sucesos de Salamanca,  el Decreto de Unificación realizado en Salamanca el 19 de abril de 1937 por orden del General Francisco Franco, entre los falangistas y los tradicionalistas, y que se saldó con la desaparición de una Falange independiente y la detención y encarcelamiento de su Jefe, Manuel Hedilla.

Tras ello, Perales continua su periplo por los frentes de guerra, y es destinado a Sevilla con el Jefe Provincial Martin Ruiz Arenado siendo su secretario hasta que es designado a Burgos para preparar la creación y organización de la Falange en Santander en agosto de 1937 para ser designado Jefe Provincial de Alicante a finales de 1937, nuevamente en 1938 designado  en enero o en febrero por el Secretario General de FET y de las JONS Delegado Extraordinario para Granada, y nuevamente destinado como Delegado Extraordinario de la Secretaria General en Logroño.

Sin embargo, parece ser que el cordón umbilical que une a Narciso Perales con las nuevas autoridades nacionales del régimen franquista se empiezan a romper a partir de ese junio de 1938 y la fe que tiene en el movimiento nacional empieza ya a ser puesta en cuestión en ese momento para romperse definitivamente durante su etapa de gobernador civil.

En esta época se inician ya los roces de Perales con la jerarquía del Movimiento, roces que aparecen confirmados por Miguel Argaya Roca en su biografía de Perales del Diccionario Biográfico Español de la RAH cuando afirma que;

“Su actividad política desde ese momento fue muy crítica con los derroteros del régimen franquista. Ese mismo año de 1938, era ya citado a declarar ante el juez por su supuesta participación en la creación de una Falange Auténtica”.

El mismo Perales lo vuelve a confirmar tiempo después en una entrevista en Cambio16 en 1976 cuando afirma;

“En 1938 solicité y obtuve el cese en esas funciones por disconformidad con la marcha de los acontecimientos, y me marché al Frente de Teruel,  en una Bandera de Palencia, donde permanecí hasta el final de la guerra”.

En 1939, en los últimos momentos de la guerra civil, Narciso Perales trabaja en el Frente de Teruel como médico de la bandera del Equipo Quirúrgico Tomassetty, primero en Teruel  y luego en Guadalajara, donde le coge el final de la guerra civil que, sin embargo, no le aporta mucha estabilidad y sus problemas con la jerarquía del movimiento no cesan y tal y como afirma nuevamente el propio Perales en una entrevista a la Revista Personas;

“En noviembre de 1939, fui conducido a la Dirección General de Seguridad para responder a la acusación de ser triunviro de la FEA, una organización inexistente, pero de la que se hablaba mucho. Meses después, no habiendo sido licenciado, fui destinado a Marruecos, donde estuve un año, y luego marché voluntariamente al Campo de Gibraltar, donde nací”.

En estos 3 años de la inmediata postguerra civil, con un Narciso Perales desilusionado por las falsas acusaciones contra compañeros suyos, contra su propia mujer e incluso contra él mismo, viendo el oportunismo y el arribismo de algunos, y posiblemente estando ya bajo sospecha de las altas jerarquías del Movimiento Nacional que empezaban a dudar de su lealtad real al nuevo régimen franquista, va pasando sucesivamente por diferentes destinos médicos profesionales, pero todos ellos sin significación política.

2) Del Gobierno Civil a la ruptura con el régimen franquista

Sin embargo, fue en 1941, con 27-28 años, cuando su paréntesis político vuelve a terminar temporalmente. Esos 2 años de sequía política en la retaguardia médica del ejército, bien por propio deseo, por su necesidad de alejarse a un movimiento demasiado enrarecido y posiblemente también por deseo de la jerarquía de apartarte temporalmente de cargos públicos, algo muy habitual en la época,  terminan ese mismo año, cuando empieza su última y definitiva aventura política dentro de la oficialidad del régimen franquista, y que terminará un año después para siempre, iniciando desde entonces y hasta el final de su vida una militancia en la ilegalidad, en la clandestinidad y en la oposición definitiva al régimen del General Franco; era la última oportunidad política para Narciso Perales para conectar con el régimen, y acabaría volando por los aires, cortando el ultimo cordón umbilical que le quedaba con el Movimiento.

Según afirma él mismo en su entrevista a la Revista Personas;

“En 1941, yo estaba de permiso en Madrid para unas oposiciones cuando estalló la guerra germano-rusa. Vi a Aznar que me informó; vamos a rescatar a la Falange por debajo, desde las Jefaturas provinciales.

Charlé con Serrano Suñer unas ocho horas seguidas en La Granja. Me dio todas las explicaciones y el proyecto parecía válido. Así que con algunas vacilaciones, acepté la propuesta.  A primeros de julio fui nombrado Jefe Provincial y Gobernador Civil de León. Allí desarrollé una intensa labor administrativa y política, me puse a reconstruir la Falange y creo que hice una buena labor en abastecimientos. Sin embargo, las noticias nacionales no eran estimulantes y el plan de rescatar la Falange no lo veía por ninguna parte”.

Definitivamente, Perales entraba nuevamente en arena política después de sus últimas experiencias en Logroño 3 años antes y durante la guerra civil. A pesar de ser nombrado, según sus mismas palabras, su nombramiento no deja rastro en la prensa escrita hasta el 2 de agosto de 1941 y durará hasta su cese el 11 de septiembre de 1942, un año entero, siendo sustituido de su cargo por el teniente de artillería Antonio Martínez Cattaneo.

En el periódico Nueva Alcarria de Guadalajara aparece ya nombrado como Jefe Provincial de León a designación de la Secretaria General del Movimiento. Igual en el diario La Nueva España de Oviedo (órgano de FET y de las JONS, fundado por los nacionales en diciembre de 1936), del 6 de agosto de 1941 en el que figura el nombramiento de Narciso Perales como Gobernador Civil de León en sustitución del abogado  Carlos Pinilla Turiño, o las referencias en el que desde ese momento seria su órgano portavoz oficial durante su mandato, el periódico Proa de León (órgano de FET y de las JONS, fundado igualmente por los nacionales en noviembre de 1936),  en su versión del 6 de agosto de 1941, que recoge el nombramiento del “Camarada Narciso Perales como Gobernador Civil de León”, y su versión, más extendida ya, del 16 de agosto de 1941 que le dedica un pequeño articulo;

“En la mañana de ayer, llegó a nuestra ciudad procedente de Madrid, el camarada Narciso Perales Herrero, designado para los cargos de Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento. Por la tarde, el camarada Perales recibió al gobernador civil interino, camarada Enrique Iglesias, con el que conferenció durante largo rato. Así mismo cumplimentó a la primera autoridad el Jefe Provincial accidental, camarada Valentín Bedía.

Hoy por la mañana, el nuevo Gobernador Civil y Jefe Provincial se posesionara oficialmente de sus cargos. Al dar nuestra bienvenida al camarada Narciso Perales, y ponernos, brazo en alto, a sus órdenes, formulamos los más fervientes votos por que el éxito le acompañe en este nuevo servicio que la Falange le ha encomendado”.

A nivel político, el León que se encuentra Narciso Perales en 1941 no está mucho mejor que en el terreno económico y sufre una fuerte desorganización política, especialmente del falangismo. Tal y como comenta Javier Rodríguez González  en su libro “León bajo la dictadura franquista”, para la Falange se hacía necesario un control social fuerte de la población, por lo que la reorganización de una estructura del movimiento era imprescindible dado el abandono en que éste se encontraba en la provincia, afirmando literalmente que “en los comienzos del régimen, la infraestructura del partido en la capital es mínima y se afirma que la secretaria local estaba completamente abandonada”, para lo cual, afirma Rodríguez González, se hizo necesario reorganizar la situación por parte de la Jefatura Provincial afirmando que;

“Se decide la instalación de la Jefatura Provincial en un piso del centro de la población, nombrando delegados de distritos, secciones, y calles, citar a todos los camaradas para corrección de domicilios, cotizaciones atrasadas….nombrar Inspector de Distritos, cuyo camarada cita diariamente a los mandos de sus distritos y les va inculcando en charlas familiares la disciplina y el concepto de camaradería.

Mediante estos mandos, se citan para la charla titulada “Llamada Semanal”, en donde se les habla de la Falange, se les da consignas, y al mismo tiempo les dan a conocer las actividades más destacadas de las diferentes delegaciones durante la semana. A esta charla concurren unas 500 personas”.

Estas llamadas semanales, en las que participó ampliamente Narciso Perales como jefe provincial, solían tener una estructura similar, donde se hace una breve introducción previa del estado de la Falange y las organizaciones afines (sección femenina, frente de juventudes, SEU, auxilio social, ex combatientes, sindicatos…), para realizar sendos discursos por parte del jefe de propaganda, secretarios y finalmente cerrando el acto intervenía el Jefe Provincial, durante ese año, Narciso Perales, que solían realizar discursos que versaban de temas diversos.

Todo ello en un tono grandilocuente, al estilo de un sermón dominical de misa y mezclando conceptos revolucionarios con aspectos tradicionalistas y patrióticos, como era en el gusto de la época y en las que, en general, el discurso en cuestión era una reflexión que terminaba, como indicaba anteriormente Rodríguez González con una consigna, una idea que Perales trataba de transmitir a los falangistas leoneses a los que se dirigían y que versaban sobre el tema en cuestión.

Sobre los orígenes de estas llamadas semanales encontramos una referencia en el Proa del 16 de septiembre de 1941 que dice;

“En la mañana del domingo, inauguró el Jefe Provincial y Gobernador Civil, camarada Narciso Perales, la serie de Llamadas Semanales que la Falange leonesa celebrará en adelante. Y de las palabras del Jefe Provincial en este primer contacto con los camaradas de la ciudad  que nos traen, con la consigna del momento, el mandato preciso de una nueva etapa, hemos de subrayar debidamente las que marcan el exacto sentido que ha de marcar nuestra tarea falangista.

La Falange tiene unas metas precisas y definidas, a las que habrá de llegarse inexorablemente. La marcha es obligado antecedente de la llegada, y el paso ligero es forzosa necesidad de nuestra marcha. El camino hay que recorrerlo, pues, a prisa, pero hay que recorrerlo en disciplinada unidad, tras la guía del Mando en perpetua y entera actitud de servicio”.

Junto con estas “llamadas semanales” de contenido instructivo y moralizante, Perales se ocupó de otros muchos y diversos temas, tales como aspectos asistenciales, como fue el caso de la atención de hogares refugios para niños y mineros. 

Sobre esta enorme labor social falangista de Narciso Perales en León han quedado el recuerdo de dos obras concretas, el Refugio del Monte San Isidro de León y el Refugio de Arbas del Puerto. En el Proa del 22 de octubre de 1941 se recoge;

“Uno de los problemas sociales que en los últimos tiempos han venido agravándose de forma alarmante es el de la mendicidad infantil que en muchos casos está directamente enlazado con el de la delincuencia. 

A poner coto al mal que nos ocupa  ha venido una iniciativa de nuestro Gobernador Civil y Jefe Provincial camarada Narciso Perales, que en nombre de la preocupación que la Falange siente por los problemas de los humildes, ha querido buscar una solución momentánea al problema de la mendicidad infantil. Se trata de un refugio acondicionado en el que se está procediendo a internar a todos los niños hasta los 15 años que en la actualidad se dedican a la mendicidad por las calles de nuestra ciudad.

No hemos de limitarnos a quitar a los niños de las calles, sino que aspiramos a formarlos con la educación falangista que les ponga en el buen camino. En la actualidad, hacen vida en el Refugio treinta y un niños, varios de los cuales se han presentado ellos solos. 

Esta obra se sostiene merced a las aportaciones del Excmo. Señor Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento. Deber nuestro es prestar a la Falange toda la ayuda que estas interesantes y fecundas obras sociales requieren. Y la más eficaz es colaborar en la labor de recogida de estos pequeños descarriados que, merced al Refugio del Monte de San Isidro, pueden volver al sendero de su formación sana”.

Sobre dicho local y su funcionamiento insiste el Proa del 7 de febrero de 1942;

“El Hogar de San Isidro, como se le llama a este refugio infantil creado por la bondadosa iniciativa del camarada Narciso Perales, Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento en León, tiene un régimen de disciplina falangista, mitad castrense, mitad monástico, algo así como un campamento del Frente de Juventudes instalado en un chalet.

A las ocho se toca diana y todo el mundo se levanta en la casa, donde viven cerca de setenta personas. De ocho y media a nueve, aseo personal y limpieza de ropas. Se desayuna a las nueve y media. Se entra a clase a las diez. Desde esa hora a las once, ejercicios de escritura y cuentas. De once a once y media, explicación. De once y media a doce, recreo, y de las doce a las doce y media, repaso de la asignatura.

A las doce y media se come y hay descanso hasta las dos de la tarde. He aquí la vida austera, castrense, digna, llena de promesas, que hoy hacen setenta muchachos, recogidos por las manos amorosas de la Falange”.

Junto a esta labor social con los niños pobres, Narciso Perales contribuye también con otro sector social de especial importancia en la provincia, el de los mineros. Como se recoge en el Proa del 21 de abril de 1942;

“En Arbas del Puerto tuvo lugar la inauguración del Refugio-Hogar que para sus productores ha construido la sociedad Antracitas Monasterio de Arbas. Presidió el acto el Excelentísimo Señor Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento en León, camarada Narciso Perales.

El camarada Jefe Provincial del Movimiento pronunció unas palabras dirigidas a todos los asistentes al acto mostrando su satisfacción por asistir a la inauguración del Refugio que venía a ser, dijo, prueba de que en medio del egoísmo de tantos, existen empresarios que sientan las hermandad que la Falange quiere para todos los españoles. Después de hacer nuevas consideraciones sobre las trágicas consecuencias de la actuación marxista, exalta la doctrina de la Falange. Terminó diciendo;

España es todavía como esa ruina maravillosa del viejo monasterio donde hemos oído misa esta mañana. Nosotros hemos de construir sobre esas ruinas y utilizando todo lo admirable que hay en ellas la España imperial que pretendemos.

A continuación, las autoridades visitaron el Hogar, haciendo los mejores elogios de su magnífica instalación. Los productores mineros fueron invitados por la empresa a su almuerzo, que se sirvió en uno de los locales de la sociedad, sentándome a la mesa entre ellos el camarada Narciso Perales, que departieron amablemente con los obreros en el mejor ambiente de camaradería”.

De estas construcciones queda muy poco, pues ni el Hogar San Isidro ni, especialmente el refugio minero (ni las minas ni el pueblo en sí mismo, del que apenas quedan las ruinas y la iglesia medieval) continúan actualmente la labor social que la Falange de Narciso Perales pretendió.

También en su breve mandato anual destacó en Narciso Perales su lucha contra la especulación, uno de los grandes males a los que se enfrentó Narciso Perales durante su mandato en la provincia, habida cuenta de los numerosos editoriales, artículos y escritos en el Proa al respecto en este año, como se desprende de un interesante artículo del Proa del 19 de octubre de 1941.

En dicho número se destaca un artículo titulado “Contra Revolución. Especulación” que afirma;

“En esta hora difícil y dura de nuestra historia, en que la armazón entera del viejo mundo liberal sucumbe ante los brotes vigorosos del orden nuevo que estamos instaurando, son muchos los residuos vencidos que no se resignan con su fatal destino y pugnan por una inútil supervivencia.

Pues bien, forma típica de expresión de ese plan destructor que está ya en marcha, es la especulación criminal de los que hacen del hambre y del comercio ingredientes seguros de su infalible receta. El hambre es buen instrumento para elaborar a un tiempo la miseria y la desesperación.  Si sobre el hambre se monta un cínico artilugio de complicados cubileteos mercantiles, el efecto será doble, y el camino para lograrlo se andará en solo la mitad de una jornada. 

La táctica es bien clara. La malicia de los que tienen sus horas contadas, ha dictado la formula; contra revolución, especulación. Pero lo que olvidaron al trazar sus planes nuestros enemigos, es que nosotros tenemos también una formula; contra malicia, milicia”.

La terrible especulación de la postguerra, que se hacía con los alimentos en el mercado negro, con el estraperlismo, con las cartillas de racionamiento….era un mal terriblemente frecuente en toda la España de posguerra y del que los más débiles, pobres, desfavorecidos y miserables eran las principales víctimas de las que unos pocos acaparadores, usureros y especuladores sacaban amplia partida, a menudo en connivencia con ciertas autoridades corruptas del régimen. 

Y el tema alcanzó gran notoriedad en la España de los años 40 y 50, como lo evidencia que no solo falangistas sociales como Narciso Perales se empeñaran en acabar con el asunto. Muchas otras personas, posteriormente celebres y decisivas en la tarea de democratización de la España franquista, se sumaron en su día a esta batalla sin cuartel contra la especulación y el mercado negro, como fue el caso del entonces Obispo de Solsona, un aun poco conocido Vicente Enrique y Tarancón, posteriormente Cardenal y Presidente de la Conferencia Episcopal y artífice del consenso eclesiástico de la transición democrática que, siendo un joven obispo, publica una pastoral crítica en 1950 en la que denunciaba el estraperlo y la corrupción de posguerra de la que eran victima los más pobres y necesitados, y que le costó el destierro en dicha localidad durante casi 20 años.

Al igual que Tarancón, mucho antes, en 1941 y en la lejana provincia de León, Narciso Perales libraba su particular batalla contra la especulación de los corruptos durante su escaso año de mandato, y junto con el articulo anteriormente mencionado, el Proa recoge cómo esa lucha falangista contra la especulación se llevaba a cabo bajo el liderazgo de Narciso Perales;

“A las once de la mañana de ayer, tuvo lugar en el Cinema Azul la anunciada reunión de alcaldes de la provincia, convocada por el Excmo. Señor Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, camarada Narciso Perales Herrero con el fin de dar instrucciones concretas para la lucha contra la especulación.

La presencia del Excmo. Señor Gobernador Civil y Jefe Provincial fue recibida por todos los asistentes en pie y con el brazo en alto”.

En esa reunión, al respecto de la corrupción, Perales dijo;

“Os he reunido para trazar un plan de operaciones que os ha de servir de guía en la batalla que al estraperlo hemos de dar. Si no lo impedimos, gran parte de las cosechas se perderán en beneficio exclusivo de aquellos que pueden y quieren dar los precios excesivos que fije los especuladores y miserables  que se dedican a tan perturbadora tarea.

Gentes acomodadas pero honestas compraban artículos de venta libre subiendo el valor de sus presupuestos domésticos. Gentes acomodadas no honestas, que son por desgracia la inmensa mayoría, siguieron  abasteciéndose de los productos alimenticios, comprándolos a especuladores que manejan a gentes desgraciadas que tienen a sueldo.

Dejando la especulación, favoreceréis a las gentes acomodadas no honestas, y a los especuladores, y perjudicáis a las gentes honestas y a las personas humildes. Nosotros teneos que defender los derechos de esta gente.

El estado es justo, es equitativo. Pretende dar a cada ciudadano español por el mero hecho de serlo una cantidad de alimento que será mayor cuando mayor cantidad de alimentos disponga el estado. Os será fácil trocar la vida cómoda por la vida difícil, trabajosa, sin que surja en vosotros dificultad alguna.

Es propósito mío crear una guardia contra la especulación en cada uno de los pueblos que regís. El presidente de la Junta formará parte de esta guardia y le ayudaran dos camaradas más del pueblo. Vosotros tendréis que mandarme mensualmente un parte de las actividades que realicéis. Vosotros no podéis desconocer a los ocultadores y a los exportadores clandestinos de artículos alimenticios.

Cuando se descubra una infracción cometida, se investigara por estos agentes si los alcaldes pueden o no pueden estar enterados, haré cómplices por pasividad a los que no lo hayan denunciado y les castigaré yo mismo.

No podéis tener el concepto viejo de cómo se desempeña una alcaldía. Nosotros no necesitamos la simpatía y la ayuda de la mayoría. Nuestra fuerza está en nosotros, en las exigencias revolucionarias de nuestros muertos. Esto no es más que el camino por el que transmitamos hacia el final, donde encontraremos la Patria, el Pan y la Justicia que predica nuestra Revolución”.

Sin duda, esta lucha de Perales contra la especulación no debió resultar del agrado de muchas personas en la provincia que, con total seguridad, acogieron con agrado la caída del Jefe Provincial un año después a resultas de los Incidentes de Begoña, y es que Perales era ya una figura políticamente incómoda para mucha gente, desde los altos cargos de la jerarquía, a quienes no gustaba su apuesta decidida por la revolución nacionalsindicalista auténtica, hasta los especuladores y corruptos de las provincias a las que Narciso Perales combatió.

Pero sin duda, si hubo un suceso histórico y político que marcó el escaso año de mandato de Narciso Perales en León y su último intento de vuelta a la política oficial e institucional del régimen franquista, en el año de 1942, esos fueron los trágicos sucesos de Begoña de agosto y septiembre de 1942. El domingo 16 de agosto de 1942 a las 11 de la mañana,  se produce un enfrentamiento físico entre un grupo de falangistas integrado por un  viejo amigo de Perales, Juan José Domínguez y otros acompañantes falangistas, con un grupo de tradicionalistas carlistas frente a la explanada del templo gótico-renacentista de la Basílica de Begoña en pleno centro de Bilbao, a resultas del cual los falangistas son detenidos y, poco después, el 1 de septiembre de 1942  Domínguez, acusado falsamente de lanzar una bomba, es fusilado, a pesar de las incontables gestiones personales de Narciso Perales con las más altas jerarquías nacionales del Movimiento para salvar su vida.

En definitiva, el nuevo estado franquista nacido de la guerra civil en 1939 se enfrentaba no ya solo a una dura oposición de la izquierda obrera y republicana en el exilio y en la clandestinidad interior, sino a toda una red más o menos organizada de falangistas auténticos a la que, desde septiembre de 1942 se sumaba un Narciso Perales que a raíz de los sucesos de Begoña y del fusilamiento de su amigo y compañero Juan José Domínguez, ha roto ya totalmente con la política institucional desde dentro del régimen y sus esperanzas de tomar desde abajo la Falange y resucitarla.

Desde entonces, Perales pasa a la oposición “azul” contra el régimen, primero a través de tertulias con sindicalistas y falangistas auténticos, y luego, ya en los años 60, con la creación de grupos falangistas clandestinos; el Frente Nacional de Trabajadores (FNT), el Frente de Estudiantes Sindicalistas (FES), y desde 1965-66 el Frente Sindicalista Revolucionario (FSR), con la intención de crear una organización sindicalista revolucionaria y aunar a la oposición sindicalista contra el franquismo, en la que va a militar hasta la muerte de Franco y el inicio de la transición. 


Fuentes y bibliografía;

-Archivo histórico de la Fundación Nacional Francisco Franco.

-Hemeroteca Nacional, y Hemerotecas de ABC y La Vanguardia.

-“Narciso Perales, el falangista rebelde”. José Luis Martínez Morant.

 -“Narciso Perales, el falangista que se opuso a Franco” recopilación de textos de la editorial Fides, dirigido por Juan Antonio Llopart.

-“Elegidos para la gloria”, José Luis Jerez Riesco.

-“Manuel Hedilla; entre el sacrificio y la fidelidad”, Revista Fuerza Nueva, 1972.

 - “Testimonio de Manuel Hedilla”, Manuel Hedilla Larrey.

-“Los enamorados de la revolución”, Ceferino Maestú.

-"Biografía de Narciso Perales". Miguel Argaya Roca. Diccionario Biográfico Español, RAH.

-“León bajo la dictadura franquista”, Javier Rodríguez González.

-“Ramón Serrano Suñer, entre el silencio y la propaganda; la historia como fue. Memorias”, Ramón Serrano Suñer.

-“El falangista que fusiló Franco”, Alfredo Amestoy, en “El mundo”. Domingo 1 de septiembre de 2002 - Número 359.

-“Prietas las filas”, Sheelagh M. Ellwood.

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