"Hay en las iglesias diabólicas particulares, a imitación de los sacramentos de la Iglesia Católica, ciertas ceremonias y execramentos, que, por vocablo familiar, los llamamos supersticiones y hechicerías.
Para la inteligencia desto es de notar que así como Cristo ordenó los Sacramentos católicos en cosas comunes, que ligeramente en la vida y conversación humana se hallan, como es el agua, el pan, el vino y el aceite y palabras muy cIaras y sin composición, así por el contrario los execramentos diabólicos son en cosas que en la vida y conversación humana no se hallan, como son ungüentos y polvos hechos de cosas exquisitas de animales y aves, que con mucha dificultad se hallan; y con palabras oscuras y ritmadas; no porque aquellas cosas exquisitas sean más apropiadas para el efecto o propósito que el demonio y sus ministros entienden; mas porque en buscar aquellas cosas pongan más diligencia, y la ley de Dios sea menospreciada, y el mesmo demonio sea como Dios con honores divinos honrado; y porque menor o ninguna esperanza pongan en Dios, confiando en aquellas vanidades, y los engaños del demonio vayan más cubiertos y menos sean conocidos; y la malicia de los que en aquellas cosas se ocupan más se encienda, cuando con curiosidad y fervor las procuran.
Por lo cual el demonio responde con la voluntad y malicia de los que aquellas ceremonias hacen; porque los Sacramentos católicos valen y obran la gracia por razón, qué son señales para ello por Dios instituidas; mas los execramentos diabólicos obran o responde el demonio con la obra, por razón de la diligencia, voluntad y malicia con que se procuran.
Los ministros destos execramentos diabólicos son todos los que por pacto expreso o oculto están al demonio consagrados y dedicados. El pacto expreso, que se hace al demonio de sus familiares, es de dos maneras: uno es tan expreso y claro que con palabras claras y formales, renegando de la fé, hacen nueva profesión al demonio en su presencia que les aparece en la forma y figura que él quiere tomar, dándole entera obediencia, y ofreciéndole su ánima y cuerpo.
Destos yo conocí y vi algunos quemar y reconciliar, en que uno dijo que le hizo el demonio renegar de Dios y de su fé, mas nunca pudo acabar con él que renegase de Nuestra Señora; y era un hombre viejo y pequeño, y reconcilióse y conoció su pecado y de otros muchos podría decir lo mesmo, con los cuales hablé y platiqué, y oí sus dichos y deposiciones y maneras que en principio de su error tuvieron.
Otros tienen pacto explícito y expreso con el demonio, no porque hayan hablado alguna vez con él, o le hayan visto en alguna figura conocida, salvo con otros ministros suyos, que son otros encantadores, hechiceros o brujos, y hacen la mesma profesión que los primeros, o aunque nunca con otro hablen, o al demonio en alguna figura hayan visto, ellos mesmas hacen tal pacto y promesa al demonio, apostatando de la fé de Cristo, y hacen las ceremonias que los otros hechiceros hacen o las que el demonio les inspira y enseña.
Y estos los unos y los otros, que por pacto expreso están al demonio consagrados, se llaman por vocablo familiar brujos o jorguinas, o megos; los cuales vocablos son corruptos, porque sorguino, que más corruptamente se dice jorguina, viene deste nombre sortílego; y este nombre mego se toma por mago, cuyas significaciones son en las escuelas comunes y claras, como parece por diversas causas en el Decreto.
E este nombre bruja es vocablo italiano, que quiere decir quemado o quemada, porque la pena de los semejantes sortílegos y magos era que los quemaban, y así les quedó tal nombre con la pronunciación castellana, que es otra que la italiana".
"Tratado muy sutil y bien fundado de las supersticiones y hechicerías y vanos conjuros y abusiones y otras cosas al caso tocantes y de la posibilidad y remedio de ellas". Fray Martín de Castañega
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