"De la simple historicidad del fenómeno se pasa una especie de ley interna que haría que el desarrollo de unos esté en función del subdesarrollo de otros, algo así como un lazo de causa a efecto entre el alto nivel de los países avanzados y el bajo nivel de los países atrasados.
Esto no es completamente nuevo. Se pueden recordar al respecto las operaciones de la Compañía de las Indias Orientales que, en los años 50 del siglo pasado, se elevaban a 3-4 millones de libras por año y representaban, según Newmarch, una exportación de buen gobierno a la India, o el pillaje del África Negra a fines del siglo XIX y comienzos del XX, época en la cual todo se reducía a espumar las riquezas de las colonias recogiendo los productos naturales y agotando alegremente sus recursos.
El intercambio desigual, es imputable a una relación entre países subdesarrollados y países desarrollados, cualquiera que sea el producto que unos y otros intercambien.
Encerrado en sus propias contradicciones, el capitalismo trata, por un lado, de mantener el valor de la fuerza de trabajo en el nivel más bajo posible, mientras que por otro se ve obligado, bajo la presión de su imperativo de producción en masa, a popularizar sus productos y, por consiguiente, a crear continuamente nuevas necesidad en la clase obrera, lo que hace físicamente elevar el valor de la fuerza de trabajo.
Pero he aquí que, por surte, en un momento dado de su carrera, el capitalismo encuentra en su camino al hombre subdesarrollado, apenas salido de la era tribal desde el punto de vista de las necesidades, a la vez que posee los mismos diez dedos y dos brazos que el hombre desarrollado, y un cerebro que funciona de la misma manera que el de este último.
De esa diferencia entre la capacidad del hombre subdesarrollado para manejar las herramientas de nuestra época y el hecho de que todavía esté lejos de tener las necesidades de nuestra época proviene, en última instancia, la superganancia del intercambio desigual".
"Imperialismo y comercio internacional. El intercambio desigual". Arghiri Emmanuel.
"Ahora bien, las cadenas de mercancías no han seguido direcciones geográficas aleatorias. Si las dibujáramos todas en un mapa, advertiríamos que han adoptado una forma centrípeta.
Sus puntos de origen han sido múltiples, pero sus puntos de destino han tendido a converger en unas pocas áreas. Es decir, han tendido a ir de las periferias de la economía-mundo capitalista a los centros.
Hablar de cadenas de mercancías significa hablar de una amplia división social del trabajo que, en el curso del desarrollo histórico del capitalismo, se ha hecho más y más extensiva y más y más jerárquica.
Esta jerarquización del espacio en la estructura de los procesos productivos ha llevado a una polarización cada vez mayor entre el centro y las zonas periféricas de la economía-mundo.
El intercambio desigual es una práctica antigua. Lo notable del capitalismo como sistema histórico fue la forma en que se pudo ocultar este intercambio desigual, de hecho, se pudo ocultar tan bien que incluso los adversarios reconocidos del sistema no han comenzado a desvelarlo sistemáticamente sino tras 500 años.
La clave para ocultar este mecanismo central está en la estructura misma de la economía-mundo capitalista, la aparente separación entre la arena económica y la arena política.
En el mundo real del capitalismo histórico, casi todas las cadenas de mercancías han atravesado estas fronteras estatales. Más aun, la transnacionalidad de las cadenas de mercancías es un rasgo descriptivo tanto del mundo capitalista del siglo XVI como del mundo capitalista del siglo XX.
¿Cómo funcionaba este intercambio desigual? Lo que realmente sucedía era que había una transferencia de una parte de la ganancia o excedente de una zona a otra.
Era una relación de centricidad-perifericidad. Por extensión, podemos llamar periferia a la zona perdedora y centro a la ganadora. Asimismo, la desviación del excedente hacia el centro, concentraba allí el capital y ponía a disposición del centro unos fondos desproporcionados para continuar la mecanización.
La concentración de capital en las zonas del centro, creó tanto la base fiscal como la motivación política para construir aparatos de Estado relativamente fuertes, entre cuyas múltiples capacidades figuraba la de asegurar que los aparatos del Estado de las zonas periféricas se hicieran o siguieran siendo relativamente más débiles.
De este modo, el capitalismo histórico creó los llamados niveles salariales históricos tan dramáticamente divergentes en las diferentes zonas del sistema mundial".
"El capitalismo histórico". Immanuel Wallerstein.
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