"Los nuevos casos de violencia anteriormente expuestos se encuadran en el debate sobre el grado de conflicto en las sociedades prehistóricas calcolíticas que ha sido uno de los aspectos más discutidos en los últimos años.
Dada la relativa escasez de restos antropológicos que muestran signos de violencia en el ámbito peninsular, la mayor parte del debate se ha centrado en aspectos indirectos que, como ya apuntaron en su día Delibes y Pardo podría ser el incremento poblacional: “....un espectacular crecimiento demográfico obligó a los humanos… a modificar su secular comportamiento y a buscar nuevas alternativas culturales”.
Otros autores suman a esto el sedentarismo como factor esencial en el surgimiento de la violencia y el conflicto.
En zonas bien estudiadas del sur peninsular ambos factores se relacionan además con un aumento del número de poblados, los de mayor extensión considerados como centrales y con la construcción de sistemas defensivos complejos que evidencian —según estos— una jerarquización del poblamiento.
Todo ello desembocó en una notoria complejidad social, una reorganización no sin ciertas contradicciones entre las que nos interesa destacar la generalización de la violencia como consecuencia de la competencia por las mejores tierras o el logro de determinadas materias y objetos exóticos de difícil acceso, aspectos que para la mayoría se manifiestan tanto en el patrón de asentamientos, como en los sistemas defensivos murallas, torres, bastiones, fosos— como en el ámbito funerario.
Para otros, los indicios de violencia o de enfrentamientos tradicionalmente considerados como la jerarquización del territorio a partir de la coerción y los sistemas defensivos de tipo Los Millares, no serían criterios suficientemente sólidos para hablar de crecimiento del conflicto y desigualdad social.
Por su tardía cronología, también ha sido cuestionada la finalidad de los fortines en Los Millares con el objetivo de controlar la población y el ganado como parte de la emergencia de una sociedad estatal.
Todos estos aspectos nos parecen evidencias suficientes para apuntar que desde finales del Neolítico y a lo largo del Calcolítico el grado de conflictividad va en aumento, aunque mucho de los registros ofrecen una calidad de información desigual.
En este sentido, prácticas de exposición de cadáveres, frente a otras pocas realizadas en fosa, han provocado una merma importante en los estudios antropológicos en general, y en las lesiones por actos de violencia en particular.
A pesar de ello, todo apunta a que posiblemente sean precisamente estos actos violentos o muertes por enfermedades de rápida evolución, los que justifiquen inhumaciones múltiples en fosa durante el Calcolítico precampaniforme frente a otras pautas de exposición e inhumaciones secundarias en algunos yacimientos.
De lo que no cabe duda alguna, es que los actos de violencia todavía no responden a actuaciones normalizadas y fruto de una organización más jerarquizada, sino que, en buena medida, son fruto de altercados ocasionales o mantenidos, entre grupos de dimensiones modestas".
"Indicios de violencia en Yacimientos de la Región de Madrid en el marco del calcolítico peninsular". Corina Liesau, Patricia Ríos, Concepción Blasco y José Luis Gómez.
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