"El PCE fue una fuerza política que ocupó un lugar periférico y marginal en el sistema de partidos mientras mantuvo un discurso esencialista, marginal y sectario.
En las condiciones de legalidad otorgadas por la República, apenas incrementó sus filas durante el periodo en que siguió al pie de la letra la ortodoxa línea cominterniana del tercer periodo, consistente en ataques al socialfascismo esterilizadores de cualquier posibilidad de entente con otras organizaciones proletarias.
Al enarbolar la bandera del antifascismo, el PCE fue capaz de asentarse en un espacio político y social nutrido de las tradiciones del ideario republicano de izquierdas de entre siglos, cuyos ingredientes fundamentales eran los conceptos de justicia y reformas sociales, progreso, libertades, laicismo e instrucción popular.
Merced a este giro, el PCE pasó a ocupar progresivamente un lugar de centralidad en la política del momento. El principal logro de estos frentes de masas fue el de alimentar la percepción del PCE como un partido-providencia, capaz de suministrar estímulo moral y ayuda material.
El PCE fue una organización cuyas dimensiones fueron magnificadas interesadamente por la propia propaganda, pero también por sus adversarios, que pretendieron justificar sus errores por la supuesta aplastante superioridad de los comunistas.
Fue un partido cuya militancia creció de forma acelerada pero que, en un plazo tan breve, nunca pudo dar el salto cualitativo de convertir la cantidad en calidad. Las exageraciones propias y ajenas dotaron al PCE de una entidad mucho mayor de la que en realidad tuvo.
El PCE no fue un competidor del PSOE o de la CNT por la absorción de clientela con el carnet de ambas organizaciones".
"Guerra o revolución. El Partido Comunista de España en la guerra civil". Fernando Hernández Sánchez.
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