viernes, 1 de diciembre de 2023

Los combates de la Sierra de Guadarrama



"Al día siguiente ocupamos sin incidentes Cabeza Líjar. La primera noche en la cima pasamos un frío espantoso, no nos habían dejado subir las mantas, ya las tenía a lomos de varios mulos cuando Sabio me mandó descargarlas. Tampoco nos dejaron encender fuego. 

Estuvimos todo el tiempo tiritando, buscando calor amontonados unos contra otros.  Seguimos allí como una amenaza, pero no intentamos descender hacia el puerto, desde allí el enemigo no intentó desalojarnos. Nuestras ametralladoras batían la carretera y pronto la artillería enemiga nos bombardeó  de continuo. Emplazamos también nosotros una batería y el duelo se hizo más equilibrado. 

Nos enteramos de que el enemigo había conseguido a finales de julio y comienzos de agosto trasladar a la península el ejército de África con las banderas del Tercio de la Legión Extranjera y los tabores moros de Regulares.

El día 19 de agosto nos despertó al amanecer la metralla de las granadas que estallaban muy arriba, por encima de nuestro campamento. No nos hicieron casi ningún daño, todos nos pusimos sobre las armas. 

Estaban atacando nuestras posiciones desde la Gargantilla junto a Cueva Valiente, y pronto salieron varias compañías para socorrerlas. Como no había un frente continuo, mientras subíamos por uno de los barrancos, una columna enemiga bajaba por otro, llegaba a las Navazuelas, cruzaba unos disparos y retrocedía de nuevo sin detenerse para volver a San Rafael. 

Varias horas tardamos en enterarnos de que el enemigo había desaparecido. Solo a la mañana siguiente nuestras fuerzas dejaron de tirotearse por error unas a otras y volvimos a establecer nuestras posiciones, reforzándolas. 

En aquel combate estuvo a punto de terminar mi carrera militar. Me había retrasado algo del grupo de socorro y de repente me encontré acompañado solo de dos milicianos, en medio de mucha gente que subía monte arriba. 

Pasaban corriendo a mi lado sin mirarme ni contestar a mis preguntas y yo al principio no sabía quiénes eran, vestían igual que nosotros, con trajes azules de obrero y piezas de uniforme militar, pero algunos llevaban cascos y uno me dijo que era de la 1ª del 2º. Esto me indicó que eran enemigos. Nos parapetamos y empezamos a disparar. 

Ninguno de los que huían nos contestó, ni volvieron siquiera la cabeza, solo apretaron la marcha, tirando mochilas, fusiles, morteros y todo lo que les estorbaba. 

Si alguno de ellos hubiera reparado en que solo éramos tres hombres, hubieran dado fácilmente cuenta de nosotros".


"Testimonio de dos guerras". Manuel Tagüeña Lacorte. 

No hay comentarios: