El día 19 de agosto nos despertó al amanecer la metralla de las granadas que estallaban muy arriba, por encima de nuestro campamento. No nos hicieron casi ningún daño, todos nos pusimos sobre las armas.
Estaban atacando nuestras posiciones desde la Gargantilla junto a Cueva Valiente, y pronto salieron varias compañías para socorrerlas. Como no había un frente continuo, mientras subíamos por uno de los barrancos, una columna enemiga bajaba por otro, llegaba a las Navazuelas, cruzaba unos disparos y retrocedía de nuevo sin detenerse para volver a San Rafael.
Varias horas tardamos en enterarnos de que el enemigo había desaparecido. Solo a la mañana siguiente nuestras fuerzas dejaron de tirotearse por error unas a otras y volvimos a establecer nuestras posiciones, reforzándolas.
En aquel combate estuvo a punto de terminar mi carrera militar. Me había retrasado algo del grupo de socorro y de repente me encontré acompañado solo de dos milicianos, en medio de mucha gente que subía monte arriba.
Pasaban corriendo a mi lado sin mirarme ni contestar a mis preguntas y yo al principio no sabía quiénes eran, vestían igual que nosotros, con trajes azules de obrero y piezas de uniforme militar, pero algunos llevaban cascos y uno me dijo que era de la 1ª del 2º. Esto me indicó que eran enemigos. Nos parapetamos y empezamos a disparar.
Ninguno de los que huían nos contestó, ni volvieron siquiera la cabeza, solo apretaron la marcha, tirando mochilas, fusiles, morteros y todo lo que les estorbaba.
Si alguno de ellos hubiera reparado en que solo éramos tres hombres, hubieran dado fácilmente cuenta de nosotros".
"Testimonio de dos guerras". Manuel Tagüeña Lacorte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario