sábado, 1 de febrero de 2025

La amenaza totalitaria

 


"Pero de vez en cuando ocurre un gran desafío, cuando por ejemplo, el país está en crisis y el poder ejecutivo extiende su poder más allá de lo garantizado por la constitución.

Durante periodos de inestabilidad económica, guerras, malestar interno o amenazas, el gusto del pueblo por la democracia está bajo riesgo. 

En tiempos así, tendemos a buscar un liderazgo fuerte, que usualmente equivale  al predominio de un solo partido y el fortalecimiento del poder ejecutivo.

Aceptamos la limitación de las libertades, intercambiando libertad por seguridad. Abandonamos la fe en la razón y el juicio en favor de la prudencia y la precaución. 

Somos propensos a soluciones precipitadas e inflexibles a problemas complejos y sutiles, porque pensar en ellos es demasiado desagradable.

Los americanos nos encontramos en este estado inmediatamente después de los ataques del 11-S. La sensación de crisis creada  por los ataques y por la guerra contra el terrorismo no sacudió al público hacia la precaución y la sensibilidad, al contrario, afilaron las apetencias  públicas hacia acciones atrevidas. 

El Congreso respondió al clamor popular un mes después, entregando a la administración poderes extraordinarios, mientras que la Patriot Act fue aprobada sin un solo voto senatorial contrario. Esta cesión de poder solo ayudó a reforzar esta atmósfera, redoblada con el comienzo de la guerra de Irak y Afganistán.

Los alemanes también fueron así.  Cuando en los años 20 la crisis empeoró, desde la derrota en la guerra, hacia una inflación descontrolada, el lado romántico alemán les dirigió hacia una serie de opciones políticas, que llevaron a su nación a una completa destrucción, junto a gran parte del resto del mundo. 

Fue la pasión, y no la razón, la que los nacional-socialistas explotaron en sus campañas políticas y que luego utilizaron para mantener de rodillas al pueblo alemán".


"Fascism: Why Not Here?". Brian E. Fogarty.

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